Austria cambia sus esquemas sobre la empresa pública
Los problemas económicos se erigen en el elemento central de las elecciones del próximo mes
Un país con una inflación del 1,7%, un desempleo del 5%, déficit público de casi el 5% sobre el producto nacional bruto y un crecimiento económico cercano al 3% serían cifras que, a buen seguro, harían feliz a 1,3 mayoría de los ministros de Economía de cualquier país occidental. Sin embargo, para Franz Vranitzki, ex titular de Finanzas y reciente primer ministro socialista de la República Federal de Austria, esas cifras son las principales, armas arrojadizas que la oposición conservadora está lanzando contra su Gobierno en la actual campaña electoral para intentar que el próximo día 23 de noviembre los socialistas no consigan la mayoría en los comicios legislativos.
Precisamemte desde los partidos de oposición, y especialmente desde las filas democristianas del Partido Popular Austríaco (OVP), la principal fuerza conservadora que se ha alternado tradicionalmente en el poder con los socialistas del SPO, el trasfondo económico es el que prima a la hora de intentar conseguir votos. El mensaje que transmiten presenta al país centroeuropeo, prototipo en los últimos tres decenios de nación sin apenas problemas sociales ni económicos, inmerso en un proceso de deterioro de la salud económica de los últimos años.Los democristianos han cargado las tintas sobre el incremento de la tasa de desempleo -los periódicos destacaban la pasada semana el mayor índice de los últimos años, un 5%-, y sobre una inflación superior a la de la República Federal de Alemania, país con el que está vinculada su moneda y hacia el que se canaliza la mayor parte de su comercio. Pero, esencialmente, el principal ataque contra el gobierno socialista se centra en el déficit público acumulado en los últimos años, que ha llegado casi a un 5% del PNB, y, especialmente, en la empresa pública, a la que se acusa de ser el principal causante de ese abultado desequilibrio.
Con razón o sin ella, los crecientes números rojos del holding estatal Oelag, y el reconocimiento explícito de errores de gestión, por los propios socialistas, han desatado en estos momentos toda una discusión de fondo sobre el futuro de la empresa pública en el país, que está haciendo variar, en aras de un mayor pragmatismo, las concepciones filosóficas mantenidas hasta ahora por los socialistas. Si en tiempos de Bruno Kreiski la empresa pública aparecía como tino de los pilares intangibles del Estado, ahora son los propios socialistas los que están reconociendo que lo importante ya no es tanto quien ostente la propiedad de esas empresas, como la calidad de la gestión. Rudolf Streicher, ministro de Transportes e Industria Estatal lo deja bien claro. "En muchos países, la industria estatal tiene una connotación ideológica. Aquí, eso no es así" afirma.
Panorama cambiante
El panorama ahora parece haber cambiado, y hay que tomar medidas, "No se puede seguir absorbiendo las pérdidas de la industria estatal", señala Johann Fartleiner, director de política económica de la Cámara Federal de Economía. "La industria nacionalizada se encuentra en una situación muy difícil", reconoce por su parte Josef Taus, presidente de Constantia, el mayor holding privado del país, y portavoz económico del partido conservador en el Parlamento."Por motivos políticos no se han tomado las medidas adecuadas, y se han pospuesto durante 13 años. Ahora se encuentran con que tienen que competir". "Se hicieron muchas promesas que ahora va a ser difícil cumplir. Kreiski dijo que el único lugar seguro era la industria estatal. Pero nuestra opinión", alega Taus, máximo adversario durante mucho tiempo del ex canciller socialista, "es que sólo hay puestos de traba o donde hay ganancias".
Los propios responsables del partido socialista, en cualquier caso, parecen haberse dado cuenta de que los tiempos ya no son lo que eran, y de que todo puede estar sometido a revisión. Ahora, como sucede en buena parte de los países europeos, incluso admiten que empresas nacionalizadas pasen progresivamente al sector privado. "Las posiciones mantenidas hasta ahora están sometidas a discusión", afirma el ministro Rudolf Streicher.
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