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LA CITA OLÍMPICA DE 1992

El deporte español, con escasas posibilidades de obtener un buen resultado global en 1992

Falta estructura para aspirar al podio en la mayoría de las numerosas disciplinas olímpicas

Estados Unidos, con su potencial, pero favorecido por las ausencias, triunfó en Los, Ángeles, en 1984, no sólo porque hizo un negocio redondo y extrajo de los juegos los mayores beneficios en la historia del olimpismo, sino porque también logró un récord de medallas. España no puede aspirar a acercarse a ello, pero la exigencia en 1992 será, al menos, intentar realizar un papel digno.Un repaso al nivel deportivo español ante Seúl 88 no resulta alentador. En deportes individuales, sólo en atletismo, vela y remo España podrá aspirar a estar entre los primeros en determinadas pruebas.

En las modalidades de conjunto el -panorama es más variado. Baloncesto, balonmano, waterpolo, hockey sobre hierba e, incluso, fútbol -si se toma el equipo olímpico con el mismo interés que las restantes selecciones-, se encuentran entre los mejores del mundo. Pueden obtenerse medallas o no, pero están entre los grandes. La suma, en cualquier caso, da sólo siete modalidades, lo que es menos de un tercio del total, porque el programa olímpico supera las 20.

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Si para 1992 se cumple el sueñlo de Samaranch de incluir en los juegos el hockey sobre patines -su primer- deporte como jugador y directivo-, nadie duda que España subiría al podio. Pero de momento eso ni siquiera está planteado en la comisión de admisión. Más o menos como la pelota vasca, cuyos recientes campeonatos del mundo han sido un ejemplo de cómo desaprovechar en luchas internas la promoción de un deporte que ya, fue de exhibición en Méxi co 68, que tiene muchas ramifi caciones en el mundo hispano, pero que no se extiende.

Antes que el hockey sobre patines debutarán deportes como el badminton, béisbol o softbol [béisbol femenino], pues los anglosajones siguen siendo más prácticos a la hora de colocar sus productos. Si el hockey sobre patines o la pelota se aceptasen como deportes de exhibición en Barcelona, ya sería un logro.

El déficit español

En los deportes básicos las distancias españolas hasta la elite son enormes. Por ejemplo, en natación o gimnasia, salvo una mejora ya difícil de Laura Muñoz. O en modalidades donde se reparten muchas medallas, como lucha, yudo, halterofilia. Las otras en las que tradicionalmente nurica se alcanza nivel olímpico, como ciclismo, esgrima, pentatlón moderno, tiro o hípica y, menos aún, tiro con arco, o en el único deporte de equipo maldito, el voleibol.

España tiene escasas posibilidades en las nuevas incorporaciones de deportes que se producen ante los Juegos Olímpicos de Seúl 88, que son tenis de mesa y tenis, pues la mínima apertura que se espera dejará participar a la armada sueca, por ejemplo. La única esperanza es que el piragüismo, en plena renovación tras la retirada de los clásicos Menéndez, Misioné y compañía, vuelva al nivel del remo.

La política deportiva

Javier Solana, ministro de Cultura y responsable de los temas deportivos en España, declaró recientemente que tiene un plan de reformas para el futuro del deporte en este país, pero en mirnerosos sectores hay escepticísmo por considerarse que díficilmente, en sólo seis años, por muchos planes que estén en marcha, se subsanará el retraso histórico e spañol en la mayoría de especialidades olímpicas.

España siempre ha vivido de figuras aisladas, surgidas casi milagrosamente. Esas excepciones permiten asegurar, de vez en cuando, que tiene deporte de gran nivel. Su participación en los juegos -donde se supera la veintena de deportes- se limita a aislados intentos de conseguir medalla, como si con ello se cumpliera una aspiración sobrada.

El panorama del deporte español requiere un cambio brusco para mover estructuras que parecen inadecuadas para el gran salto. El caso de la natación es sintomático. El reciente fracaso de los Mundiales de natación, disputados en Madriol, se volverá a repetir si no se toman medidas tan simples -y a la vez tan complicadas, por lo que suponen de agravio comparativo para los no deportistascomo la de asegurar a los nadadores su futuro.

Los atletas españoles, de elite o aspirantes a ello, que en bastantes modalidades reciben becas, ayudas, premios o contratos de sus respectivas federaciones, siguen sin soluciones de cara a su porvenir. En natación, donde hasta ahora estaban prohibides los premios y la publicidad, el momento de iniciar estudios universitarios en España suponía el fin de la actividad deportiva. Salvo en el caso de los que logran un hueco en Estados Unidos, donde pueden compaginar estudios y deporte, el nivel es mediocre.

Juan Antonio Samaranch y Benito Castejón propusieron, para subsanar el problema, crear una especie de fundación para ayudar a los deportistas españoles de elite. Eso, sin llegar a la situación de los atletas profesionales del Este, con puestos seguros en el Ejército o como profesores de educación física en las escuelas, podría ser una salida. Sin embargo, no se ha dado ningún paso en esa dirección.

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