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Pedro Toledo asumirá la presidencia del Banco de Vizcaya, a partir del 31 de enero del año próximo

El Consejo de Administración del Banco de Vizcaya, reunido ayer, aceptó la renuncia de Ángel Galíndez como presidente de la entidad y el nombramiento, en su sustitución, de Pedro Toledo, actual vicepresidente y consejero delegado. El consejo decidió también nombrar consejero delegado a Juan Manuel Urgoiti, director general de banca comercial de la entidad. Todos estos cambios tendrán lugar el 31 de enero del próximo año, aplicando de esta forma una sucesión a la americana al anunciar con tiempo los cambios y preparar los relevos durante un período de cuatro meses.

El nombramiento de Pedro Toledo como presidente del Banco de Vizcaya a plazo fijo es el resultado directo de una importante decisión tomada en el mes de febrero del pasado año.. En aquella ocasión, el consejo de administración del Vizcaya acordó nombrar al hasta entonces consejero delegado vicepresidente del consejo, con lo que se volvían a unir en tomo a una persona las esferas de estrategia y control del banco y la de gestión, que hasta entonces habían ido separadasEl nombramiento entonces de Pedro Toledo como vicepresidente, realizado tras la modificación de los estatutos sociales en la anterior junta general de accionistas, supuso el anuncio formal de que en un plazo relativamente corto Toledo accedería a la presidencia. Hasta ese momento el Vizcaya había suprimido las vicepresidencias del consejo por vicepresidencias de las comisiones.

Ángel Galíndez, de 58 años de edad, fue nombrado presidente del Banco de Vizcaya hace 11 años, y durante su etapa al frente de la entidad hizo frente a un proceso de deterioro de la misma e inició la política de expansión basada en la compra de bancos en crisis, aportando la gestión para esas instituciones y contando con fuertes ayudas del Banco de España y del Fondo de Garantía de Depósitos para el reflotamiento de aquellas entidades.

La renuncia de Galíndez, que seguirá perteneciendo al consejo de administración 31 será vicepresidente de la comisión permanente del mismo, tendrá efectividad a partir del 31 de enero del próximo año, ya que Galíndez señaló que quería cerrar el ejercicio actual y al tiempo efectuar la transición con tiempo suficiente. Esta forma de actuar, señalaban en fuentes del Banco de Vizcaya, no tiene antecedentes en la economía española, y menos en el sistema financiero, pero es bastante usual en otras economías, como la de Estados Unidos.

Sucesión no traumática

La sucesión de Galíndez como presidente de uno de los siete grandes bancos es la primera que se realiza de forma no traumática en los últimos años. Los rasgos distintivos de este nombramiento se centran en que se anuncia con suficiente antelación y en unos momentos en los que la entidad no tiene problemas de rentabilidad. Hasta ahora los cambios en los grandes bancos nacionales se han realizado motivados por graves problemas de rentabilidad dentro de las entidades.Así fue la sustitución de Luis Usera por Alejandro Albert al frente del Hispano, y la de este último por Claudio Boada un año después. Lo mismo ocurrió con la salida de José María Aguirre Gonzalo de Banesto y el acceso a la presidencia de Pablo Garnica y el posterior nombramiento de José María López de Letona como vicepresidente y consejero delegado del mismo Banesto.

También la remodelación llevada a cabo en el Banco Central, tras la muerte en atentado del consejero director general Ricardo Tejero, que fue sustituido por Epifanio Ridruejo. En estos bancos el proceso de sucesión, o cambios en los niveles más altos de gestión, estuvo acompañado de la supresión de dividendos a sus accionistas o la congelación de los mismos durante un cierto período de tiempo.

No parece ser éste el caso del Banco de Vizcaya, donde la sucesión se ha venido diseñando desde hace tiempo y que ahora toma cuerpo al establecerse una fecha fija para su realización. El presidente del Banco de Vizcaya comunicó la decisión del consejo de administración al ministro de Economía, Carlos Solchaga, y al gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, después de la reunión del máximo órgano de la entidad mantenida ayer.

El Banco de Vizcaya anunció, a finales del mes de julio, el pago de un dividendo a cuenta de los resultados del ejercicio actual de 91 pesetas por acción. Con cargo al ejercicio de 1985 repartió un total de 227 pesetas por acción, después de obtener casi 17.000 millones de pesetas de beneficios antes de impuestos. Los beneficios consolidados del grupo del Banco de Vizcaya, en el que se engloban entidades de la importancia de Banca Catalana, Bankisur o Indubán, fueron superiores a los 30.000 millones de pesetas, con un incremento del 45% respecto a 1984.

Una vez que ha finalizado la etapa de adquisición de bancos en crisis, el grupo del Banco de Vizcaya ha establecido una estrategia de eliminación de aquellas entidades que no tenían asignado un segmento de clientela claro y el cierre masivo de oficinas. La red de sucursales del grupo está desproporcionada en relación al volumen de activo y de pasivo del mismo, debido sobre todo a que la red ha sido la resultante de la suma de las redes de los bancos adquiridos a lo largo de la crisis bancaria.

Cierre de oficinas

A lo largo de este año, y en el anterior, procedió al cierre de dos centenares de oficinas y a la venta de algunos locales a otras entidades bancarias como el NatWest-March. Dentro de la política de racionalización se decidió que: desapareciera la marca Ahorrobank, integrando la red en Banca Catalana, y que el Banco de Crédito Comercial fuera absorbido por el Banco Occidental.Al tiempo se decidió la creación de un banco en las islas Canarias, con las oficinas del Occidental. y el Industrial del Sur, por considerar que era necesaria una marca distinta.

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