Esther Erice
Juez navarra de 28 años lleva el caso de las 'escuchas' a Garaikoetxea
Esther Erice, la juez encargada de investigar las escuchas telefónicas al ex lendakari Carlos Garaikoetxea, protagoniza estos días, sin proponérselo, uno de esos acontecimientos que escapan a los titulares de Prensa y que, sin embargo, certifican elocuentemente el cambio de los tiempos. Su fotografía, difundida por los medios de comunicación, contiene un elemento subliminal que trastoca estereotipos periclitados y obliga a actualizar los esquemas. La justicia española se ha quitado de golpe varias decenas de años de encima.
Esther Erice es, con bastante seguridad, la primera juez española que se asoma a los periódicos con un corte de pelo audaz, declaradamente moderno, en el que colorea todavía un amarillo pálido, único resto de las pinceladas de color que piensa recuperar en su próxima visita a la peluquería.Tiene 28 años, es de Pamplona y desde que se ha hecho cargo de la investigación del caso Garaikoetxea ha demostrado que sabe distinguir una pregunta inocente de una pregunta aparentemente inocente. Amante del rock y de la lectura, entusiasta de Bruce Springsteen, Esther Erice sostiene con naturalidad que el puesto de juez no debe forzar a nadie a desdoblar su personalidad y que la justicia está obligada a acercarse al ciudadano y adecuarse a los tiempos.
No es fácil, sin embargo, que su imagen se preste a equívocos, pero sí es posible que algunos jóvenes delincuentes prefieran que les juzgue la colega Esther Erice que cualquier otro juez. Hace poco un delincuente al que condenó a una pena severa se despidió de la juez, camino de la prisión, agradeciendo el trato y ésta es probablemente una de las experiencias más hermosas de su corta carrera. Esther Erice, que se autodefine de fuerte temperamento y Esther Erice. firmes convicciones, subraya insistentemente que la función judicial no consiste sólo en sancionar, sino también en tutelar los derechos de los ciudadanos.
Sostiene la tesis de que el aumento de la presencia de la mujer en la esfera judicial puede estar relacionada con la mayor sensibilidad de las mujeres hacia soluciones estrictamente civiles. "Es un oficio hermoso, desconocido y humanamente enriquecedor", dice, y a continuación se lamenta de la lejanía con que la sociedad en general contempla a la justicia. Solicitó la plaza del Juzgado de Azpeitia, pudiendo optar entre un abanico amplio de destinos, con la convicción de que los jueces deben actuar en las áreas más próximas a su entorno social. Quizá por eso la joven juez se ha propuesto aprender euskera y está dispuesta a empezar las clases el mes próximo.
No se queja de vivir en una lo calidad en la que el juez sigue siéndolo también en la calle. "A mí no se me ha hecho pesada esa diferencia con los juzgados de Madrid, en los que hice las prácticas; en esta zona", afirma Esther Erice, "a la gente se le reconoce, afortunadamente, por su trabajo y su forma de ser, hay un trato igualitario y las relaciones son fluidas". Pragmática, aunque practique la especulación como una disciplina aprendida en sus estudios de filosofía pura, la juez indica que el escándalo de las escuchas a Garaikoetxea es un caso sin demasiadas dificultades técnicas. "No me asusta en absoluto, porque jurídicamente tiene muy pocas dificultades, aunque sí es posible que la atención pública que ha suscitado este asunto llegue a desbordar a un juzgado como el nuestro. A mí", indica, me preocupa el derecho a la intimidad de todos mis vecinos en esta comarca, y, eso sí", añade, "a raíz del caso Garaikoetxea he empezado a inquietarme particularmente por la legalidad de las escuchas telefónicas".
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