EE UU confirmó su superioridad en Oviedo

ENVIADO ESPECIAL Estados Unidos y Yugoslavia ofrecieron ayer el mejor partido disputado hasta ahora en este Mundial Fue un encuentro emocionante, en el que la victoria de Estados Unidos y su clasificación en el primer lugar del grupo sólo estuvieron claras en el último minuto, cuando el público, coreando los "olés" que más daño podían producirle a Drazen Petrovic, festejaba los pases entre los jugadores norteamericanos. Por primera vez en Oviedo, el público vibré de verdad con un equipo y con su baloncesto. Y Estados Unidos respondió con espectáculo.

Los primeros minutos del encuentro fueron espectaculares. Estados Unidos salió a toda máquina, con el marinero Robinson como líder y con el pequeño Bogues como conductor. Bogues se encargó del marcaje de Drazen Petrovic y le hizo uno digno de un moscardón baloncestístico. Petrovic cogía el balón, lo subía sobre su cabeza y, debajo de él, Bogues movía las manos frenéticamente con la sana intención de quitarle la pelota. Drazen Petrovic no pudo quitarse ese grano que le molestaba hasta los ocho minutos de partido, cuando consiguió finalmente su primera canasta.

Norteamérica estaba masacrando al mejor baloncesto europeo y Drazen Petrovic estaba quedando en ridículo en su intento de causar buena impresión a los responsables de la NBA que vieron el partido en directo por televisión.

Cosic, el entrenador yugoslavo, acertó por fin a encontrar una fórmula para frenar a los norteamericanos. Cerró su defensa zonal, sacó de la pista a Dalipagic y Alexander Petrovic e inició una caza que se presentaba como imposible.

A la media parte se llegó con ventaja norteamericana de 37-30. En la segunda, los yugoslavos, midiendo al máximo sus lanzamientos, se colocaron en un esperanzador 57-54. Parecían capaces de ganar en los últimos momentos porque, teóricamente, tenían más experiencia para ello. Pero, al final, con los pívots norteamericanos luchando como tigres en los aros y el público excitado al máximo, EE UU se llevó el partido.