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Margarita Pérez Puertas

Criada del gobernador de Granada en la guerra, con 80 años va a la escuela y le gustaría leer a Lorca

Soltera y octogenaria, Margarita Pérez empezó a aprender a leer hace 13 meses. Durante la guerra civil, trabajó como criada en casa del comandante José Valdés, gobernador civil de Granada, al que algunos atribuyen la orden por la que Federico García Lorca fue fusilado. Afirma haber "salido poco de su pueblo"; la última vez que lo hizo fue "para ir a la votaera", es decir, a ejercer el derecho de sufragio en Granada, donde está censada, el pasado 22 de junio. "Si faltaba este voto para Felipe, aquí está", aclara.

Esta viejecita alegre, nacida en el municipio granadino de Padul, donde la conocen como La Chaves, luce un aspecto inmejorable, aunque dice "estar sorda como un tajo". Sube la escalera con asombrosa agilidad. Sentada, apenas sobresale de la silla, y se pregunta qué ha hecho ella para salir en "los papeles". Tiene ojos azul claro muy cálidos y ya un poco apagados. Su socarronería andaluza le ha dado fama y cariño entre sus compañeros, que la califican como "el sol de la escuela". Desde enero de 1985, funciona una escuela para adultos en el pueblo. Margarita asiste todos los días, llueva o truene, cuatro horas a clase. Sus razones son definitivas: "Me enteré que habían puesto una escuela pa los mayores, vine a saber qué pasaba y me quedé".Muestra orgullosa su cuaderno y deletrea el interior con texto de Réquiem por un campesino español, después de los 13 meses que lleva con Mariano, su maestro. Nunca he estado en la escuela, explica, "porque siempre trabajé como una burra sirviendo". Ahora vive con su hermana de las 29.800 pesetas que le quedan de pensión tras más de 50 años de limpiar suelos. Comparado con "los tres miserables duros que ganaba antes", dice, "es una verdadera riqueza".

No quiere hablar de la guerra civil ni del comandante Valdés. "Sólo recuerdo lo delgado que era y que tenía poco trato con él. Yo siempre estaba en la cocina". Cuando murió García Lorca ella no sabía nada del poeta -"si era bueno o malo"-, aunque añade que ahora que sabe leer le gustaría que le regalaran algún libro suyo. Cuando comenzó el levantamiento recuerda que "el abuelo", como llama al comandante Valdés, le dijo a la servidumbre que quien quisiera irse que se fuera". Ella se marchó a su pueblo, pero regresé a los pocos días otra vez. Cuidaba de los cinco hijos del comandante y todas las tardes salía de paseo, comenta, " a pesar de la guerra". "Solamente pasé unos meses en África, con los señores, casi al final, y después regresé a Granada".

Se quedó soltera por decisión propia, ya que pretendientes no le faltaron. "No he tenido ningún marido porque los echaba a todos a tomar por culo", ríe Margarita. Ahora está orgullosa de ser "la más vieja de Andalucía que está aprendiendo a leer", y lo único que desea es que el Ayuntamiento o quien sea "haga una escuela para nosotros, con sillas más blandas, ya que las de los niños son bajitas y duras como las piedras".

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