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Crítica:EL CINE EN LA PEQUEÑA PANTALLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El color llega a Marlene y hechiza el ojo

Aunque a principios de su existencia, cuando todavía andaba a gatas, el cine ya coloreó a mano virtuosamente algunos de sus productos; aunque Douglas Fairbanks, encarnado en pirata negro, tuviera buen color mudo en sus acrobacias, y aunque en el año 1936 Henry Hathaway rodara The trail of the linesome pine entre incomparables bosques y en una excelente técnica de technicolor, el cromatismo cinematográfico era aún, un año después, en 1937, un exquisito bocado con que deslumbrar al personal.Todavía hoy, y esto puede comprobarse en los videoclubes principalmente, el color en el cine llama la atención. ¡Hasta los anuncios publicitarios ganan considerablemente en color!, exclaman a estas alturas los consumidores de imágenes electrónicas.

El color, claro está, es un elemento atractivo y un incentivo visual evidente para los espectadors. El cinéfilo suele preferir en realidad a las sombras expresionistas, a una mujer pantera tourneuriana en negro o a las vertiginosas profundidades grises de todo el cine de Orson Welles, pero ¿Vincente Minnelli sería en verdad Vincente Minnelli sin el rojo?, ¿qué textura tendría el cine de Frank Tashlin despojado de su universo consumista en colores?, ¿y los cabellos rubios de la ladrona Marnie, aquella que un día construyó Alfred Hitchcock, al dejar de ser rubios?

La película El jardín de Alá es un primitivo experimento y hoy en día conserva casi intacta toda su gracia. Todo gira en esta película sobre lo que podríamos definir como la noria del color; incluso el arrebato romántico de una Marlene Dietrich de vuelta a los desiertos de África está en función de las constantes tonalidades que el nuevo invento ha de ir imprimiendo en una película sin duda convencional, neutra, cuya única finalidad parece estar en en hechizar el ojo, hasta entonces bicolor, del público. Lo consigue.

Dos almas en pena

El jardín de Alá, y ante todo sus colores de limbo, se sitúa más allá de lo tangible y lo terrenal, allí donde el azul y el rojo explosionan conformando un paraíso celestial. Y es que la película, además, nos habla del espíritu.Una mujer sale del convento y un hombre del monasterio; la casualidad (el mundo es un pañuelo) hace que estas dos almas en pena que repudian lo material materialicen un sueño de amor carnal. Richard Boleslawsky, que ya había retratado a Greta Garbo (en blanco y en negro, por supuesto) en El velo pintado, se entrega en esta película colorista a un auténtico carnaval Marlene Dietrich.

El jardín de Alá, hoy, cuando está ya despojada de las ínfulas experimentales que la adornaron en su estreno, pierde por fuerza atractivo y sólo para los amantes de pasteles con sabor camp seguirá este filme gozando de algunos que otros encantos sobrenaturales. Charles Boyer, que fue un excelente comediante, sólo a veces resultaba ser un buen galán, algo atormentado y especialmente dotado para personajes de melodramas exóticos. Pero esta vez, no acierta.

El jardín de Alá se emite hoy por TVE-2 a las 22.10.

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