La mitad de los jóvenes ni siquiera se inscribe en el paro
Casi la mitad de los jóvenes que concurren al mercado de trabajo a la busca de su primer empleo no se inscribe en las oficinas de empleo, según se desprende de un estudio realizado por el gabinete técnico de CC OO, que maneja datos oficiales. De acuerdo con este documento, 1985 no fue un buen año para el empleo: se destruyeron 118.900 puestos de trabajo y se generalizó la contratación temporal.
El estudio elaborado por CC OO, que se apoya exclusivamente en datos oficiales -fundamentalmente cifras de la Encuesta de Población Activa y datos, estadísticos del Ministerio de Trabajo- rebaja considerablemente el optimismo oficial sobre la evolución del mercado de trabajo.
A este respecto, el documento señala que en el período 1982-1985, el promedio anual de personas en edad de trabajar se ha situado en torno a las 309.000 personas. Sin embargo, de ellas sólamente 100.000 han entrado en el mercado de trabajo. El resto ni siquiera, se considera población activa. En los cuatro últimos años tendrían que haberse incorporado al mercado de trabajo cerca de 600.000 personas, pero únicamente lo hicieron 400.000.
Este desánimo de los que buscan empleo se ve agudizado en los jóvenes. Casi la mitad de los que acuden al mercado de trabajo pasan de inscribirse en las oficinas de Empleo, o abandonan al poco tiempo las listas del paro ante las escasas oportunidades de encontrar un trabajo. En los dos últimos años únicamente el 22,7% de la población en edad de trabajar encontró ocupación.
Caída de la tasa de actividad
Utilizando las cifras de la EPA, el estudio señala que si se hubiera mantenido la tasa. de: actividad de 1982 -el 48,2%- actualmente los niveles de paro estarían en el 23% y, no en el 21,9% que se da oficialmente. Pero corno quiera que la tasa de actividad ha caído en estos últimos cuatro años al 47,5%, lógicamente se ha producido también una tasa de desempleo menor a la que hubiera correspondido.Esta caída en la tasa de actividad es mayor en los muy jóvenes, los que no han cumplido 20 años. En el período 1982-1985, el porcentaje ha caído en este colectivo del 43,2% al 37,5%. A juicio de los autores del estudio, los economistas Jorge Aragón y Eduardo Gutiérrez, el descenso en la tasa de actividad de los jóvenes muestran la falta de eficacia de las políticas de fomento de empleo. La inmensa mayoría de la población juvenil que río ha pasado al mercado de trabajo estaría, pues, en el paro.
Paralelamente, 1985 ha sido el año de la generalización en la contratación eventual. No sólo el 90% de las colocaciones registradas en 1985 han sido empleos temporales, sino que, además, el 75%. de los nuevos contratos firmados no han llegado a los seis meses de duración. Ello tiene un doble efecto: por un lado, se produce una rotación en el mercado de trabajo que hace muy difícil cuantificar el paro real, y por otro, aumenta el número de parados sin prestación económica por desempleo, al tratarse de contratos que, en su duración, no llegan siquiera, a los mínimos legales para tener derecho a cobrar el seguro de paro.
Los contratos subvencionados -que en algunos casos provocan una cierta competencia desleal en las empresas- cuestan al Estado unos 200.000 millones de pesetas anuales. Se trata ésta de una estimación difícilmente contrastable, ya que la propia Administración ha reconocido su incapacidad de evaluar exactamente lo que está dedicando al fomento de empleo.
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