Eloy: "Mi amargura no se la deseo a nadie"
J.D. GONZÁLEZ ENVIADO ESPECIAL, "Mi amargura y decepción no se las deseo a nadie". El delantero del Spórting de Gijón Eloy se sinceraba de esta forma en el hotel de Puebla en el que la selección ha permanecido concentrada, apenas dos horas después de haber fallado, un penalti histórico que frustró el paso de España a las semifinales del Mundial de México. Zubizarreta, por su parte, afirmó que "esto de los penaltis para decidir un encuentro es una cuestión de cara o cruz para el portero".
Cuando se dio cuenta de que el meta Pfaff había rechazado su disparo, Eloy se llevó las manos a la cabeza y tardó casi un minuto en regresar, con la cabeza hacia abajo, al centro del campo. No había forma de consolarle. Camacho, el capitán, se fue a por él, le abrazó y le prestó los primeros auxilios. Urruti tuvo tiempo de dividir su eterna moral de compañerismo entre las expresiones de aliento que dirigía a Zubizarreta cada vez que éste se iba hacia el marco para intentar emular a Pfaff, y el pequeño jugador del Spórting, al que también animó en esos momentos posteriores a su fallo.Eloy lloró amargamente en el vestuario y, en, su salida hacia el autocar de la selección, prefirió no hacer declaraciones. Algo más calmado, ya en el hotel, el delantero del Spórting se explicaba así: "Estaba convencido de que iba a transformar el penalti. Miguel Muñoz me había preguntado cómo me encontraba de ánimos antes de decidirse por los, cinco lanzadores, y le contesté que estaba bien, sin problemas, con ganas y seguridad en mí mismo. Pero que le voy a hacer, así es el fútbol".
Eloy se había preparado bien en los entrenamientos por si se presentaba la ocasión de jugárselo todo a la carta de los lanzamientos de penaltis: "Siempre había tirado los penaltis hacia mi derecha, es decir, a la izquierda del portero. Pero en esta ocasión cambié y lo hice al revés, lo tiré hacia mi izquierda porque en el último momento pensé que iba a engañar a Pfaff. Además vi como el portero belga dejaba más espacio hacia ese lado, pero reaccionó bien y rechazó el balón. Cuando me di cuenta de lo que había pasado y sobre todo de lo que podría suponer para el equipo, se me vino el mundo encima".
Pese a su particular drama, Eloy asegura: "El Mundial ha sido una experiencia maravillosa para mí, algo tremendamente positivo, aunque desde luego la decepción que siento en estos momentos no se la deseo a nadie. Mis compañeros me han animado, y no me han hecho ningún tipo de reproche".
El enfado de Zubizarreta
Zubizarreta, que volvió a tener durante el partido contra Bélgica una espléndida actuación, no pudo coronarla luego en los lanzamientos de penalti. El portero se enfadó bastante cuando, tras el partido, un periodista italiano le preguntó con cierto aire de sorna cuántas penas máximas había detenido en España. "¿Y eso tiene que ver con este partido?. Pues si no tiene nada que ver sólo contesto a lo que ha pasado en el encuentro con Bélgica. Es muy fácil especular con este tipo de cosas, pero ¿y si no me han tirado ninguno, qué pasa?", respondió el portero vasco.
Mucho más tranquilo, un par de horas después, Andoni Zubizarreta se lamentaba: "La suerte de los penaltis no ha estado ni conmigo ni con la selección. Esto es una cuestión de cara o cruz, y nos ha tocado la cruz, pero creo que ya antes, durante el partido. Tuvimos muchas oportunidades, tanto en el tiempo reglamentario como en la prórroga, y de haber resuelto alguna más hubiésemos pasado sin excesivos problemas".
Zubizarreta afirmó desconocer cómo tiraban los penaltis los belgas: "Sólo habíamos visto tirar al primero, que el otro día lo lanzó por la derecha y sin embargo esta vez lo hizo por la izquierda. Tuve mala suerte".
A la pregunta de qué es lo que pasa por la mente de un portero ante una situación tan decisiva como jugarse algo tan importante a la lotería de los penaltis, Zubizarreta respondió: "El portero piensa en concentrarse en sí mismo, y sobre todo en el jugador que va a tirar, para intentar coger algún detalle que pueda indicar por donde va a lanzarlo. Luego es cuestión de tirarte a un lado con toda convicción y esperar a ver si has acertado o has tenido suerte en tu elección intuitiva".
Sólo en el cuarto penalti se tuvo la impresión de que Zubi podía haber rechazado el lanzamiento.
"Así fue", reconoce, "porque el jugador belga lo tiró fuerte, pero le salió hacia el centro. Yo me lancé hacia la izquierda, e intenté sacar la mano, pero no pude rechazar el balón. Fue el penalti que más rabia me dio no haber podido parar, porque ví que estuve cerca de conseguirlo".
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