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MÉXICO 86

Las antenas de televisión, 'objetivo militar' en Líbano

El miliciano carga en cuclillas su lanzacohetes RPG 7, se levanta y deja asomar la cabeza y los hombros tras la barricada, apunta con un cuidado insólito en él, dispara y vuelve a agacharse. Uno de sus compañeros mira a través de unos prismáticos de visión nocturna y le dice si ha acertado o no, una preocupación también inaudita, y es que el objetivo merece toda la atención del mundo. Se trata ni más ni menos que de destruir la antena de televisión de los que están enfrente. Los libaneses de todas las confesiones y tendencias políticas han encontrado una pasión casi superior a la que sienten por la pólvora: ver todos y cada uno de los partidos del Mundial de fútbol y, sobre todo, impedir que los vean sus rivales.Los combatientes libaneses no quieren perderse ni un encuentro y, en particular, los de sus equipos favoritos. Por parte del bando musulmán, ya sólo queda uno en competición, Marruecos, una vez eliminados Irak y Argelia. La selección marroquí se: ha convertido en "`campeona de la causa árabe y musulmana". Por parte cristiana, la selección francesa es la favorita. Se cuenta en Beirut que, con ocasión del encuentro que enfrentó a los franceses contra los húngaros, uno de los milicianos falangistas que lo contemplaba en su observatorio de Tayum, en plena línea verde, sacó muy serio su pistola y amenazó de muerte al televisor si Hungría marcaba un gol.

Los combatientes han encontrado una manera sencilla de ver por televisión el Mundial desde las trincheras: se tienden unos cables desde la toma de corriente más cercana, se instala un aparato con antena portátil tras los sacos de arena y... ya está. Ya pueden verse los partidos entre tiroteo y tiroteo.

En cualquier caso, no hay problema si se pierden las mejores jugadas al calor del combate. Conociendo la afición libanesa a luchar de noche, precisamente cuando se juegan los partidos en México, todas las emisoras de televisión del país vuelven a ofrecer los encuentros en diferido al día siguiente a la hora del almuerzo.

Eso, si el bando contrario no ha destrozado con ametralladoras pesadas, morteros y lanzacohetes las antenas que asoman entre las ruinas.

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