Emergentes
El mercado periodístico español se está llenando de revistas para hombres. Pero ya no se trata de revistas eróticas, bien sean de homosexualismo o heterosexualismo blando o duro. Son revistas dedicadas al erotismo narcisista, es decir, situadas bajo el principio de que el erotismo masculino bien entendido empieza por uno mismo. Cosméticos, moda, deporte, alimentación, peluquería al servicio de un nuevo hombre total con criterios propios sobre sus modistos universales y los cosméticos que mejor le van. Ese nuevo hombre total tiene vocación de canon finísecular e incluso ya tiene definición sociocultural. Es un emergente.
Un teórico de la nueva moda masculina dice que toda una industria del aspecto trabaja para los miembros de las clases medias altas, pertenecientes a los sectores con más porvenir de las relaciones económicas. Son los emergentes, los que sobresalen por encima de la masificación y están dispuestos al asalto de todos los poderes utilizando, entre otros, los recursos de su propio aspecto. Los que desconfiaban velada o abiertamente de las antiguas clasificaciones sociales (burguesía, proletariado, etcétera, etcétera) ya tienen a donde agarrarse lingüísticamente. Nos dividimos todos en emergentes, flotantes y sumergidos, es decir, en los que sobresalen con voluntad de olvidar el naufragio de la crisis del progreso, los que apenas tienen fuerza para mantenerse a flote los que asumen la condición de ahogado con un malísimo aspecto.
Si examinamos la situación económica veremos que esta nomenclatura tiene aplicación. El señor Termes, por ejemplo es un emergente y debería ofrecer su esqueleto, para que se lo vista Armani o Adolfo Domínguez. Los supervivientes de 15 años de crisis económica, son los flotantes y para ellos están hechas las primaveras pret a porter de los grandes almacenes. En cuanto a los sumergidos se arreglan con cualquier cosa: un delantalito donde secarse el limpiaparabrisas de esquina o unos shorts para puticlub sumergido de extrarradio. Urgente que las formaciones políticas se pongan al loro y que los ciudadanos puedan escoger entre la emergencia, la flotación y el hundimiento.
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