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Tribuna:ELECCIONES DEL 22 DE JUNIO
Tribuna
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La unidad comunista ante las elecciones

La anticipación de las elecciones legislativas, después de que el presidente y el vicepresidente del Gobierno hubiesen insistido reiteradamente en que se agotaría la legislatura, es una estratagema electoralista de mal estilo, en opinión del ex secretario general del PCE. Sobre la unidad comunista, el autor del artículo señala que el regreso de Líster es un obstáculo, en lugar de un acierto.

La convocatoria anticipada de las elecciones a Cortes no ha cogido por sorpresa a nadie; sin embargo, después del ataque militar a Libia parecía que el Gobierno podía decidirse por octubre, ya que la implicación directa o indirecta de Europa -y por tanto, de España- en los acontecimientos derivados del hecho podía mover el mapa electoral. Por lo menos esto es lo que se hablaba en el Congreso durante la reunión conjunta de las comisiones de Exteriores y Defensa para tratar sobre las consecuencias de la operación Reagan.Puede suponerse que, o bien el Gobienro tuvo datos que no daban ninguna variación del voto, o bien que teme para este verano acontecimientos que aumenten la tensión internacional y puedan resultar más negativos en octubre.

En cualquier caso, no parece serio atribuir simplemente a razones de política nacional la anticipación, y sobre todo lo que resulta imperdonable es que el presidente y el vicepresidente del Gobierno hayan estado diciendo hasta el último minuto que los lógico es que las elecciones se celebren en octubre, para anunciar repentinamente, en el último momento, lo contrario. Se advierte en esa actitud una estratagema electoralista de mal estilo, sobre todo en un partido del que se dice que los sondeos le dan ya 220 diputados, una mayoría como para dormir sobre ella.

Si en 1982 el triunfo del PSOE estaba cantado, las condiciones en que vamos a las elecciones el 22 de junio no pueden serle más favorables. Coalición Popular, según reconoce todo el mundo, incluso en su seno, llegó a su techo hace cuatro años. Las diferencias entre las posiciones de Alzaga y las de Fraga en cuestiones importantes son conocidas. Hoy nadie daría un ochavo por la unidad de CP tras las elecciones. Y dentro de AP, las reservas hacia el liderazgo de Fraga crecen día por día.

El PSOE no está preocupado por ese lado. No sólo ha invadido el espacio político del centro, sino que también ha entrado a saco en la psicología del propio electorado fraguista, uno de cuyos rasgos es el deseo de estabilidad, de que no cambie nada. Con su gestión, Felipe da la imagen de estabilidad y continuidad que gusta a muchos de los votantes naturales de Fraga. Incluso cuando monta en el Azor o recibe a desayunar a El Cordobés y a Julio Iglesias, que eran visita del caudillo, transmite esa imagen. Así, Felipe es la continuidad del pasado, pero en mejor.

Por lo que toca al centro político, no cabe duda de que Suárez, no obstante su carisma personal, no ha conseguido aún hacer cuajar su partido, y Roca está muy limitado desde que pasa el Ebro. En tanto que en la izquierda la división comunista aleja del PSOE toda inquietud seria. En definitiva, Alfonso Guerra contempla su tarea desde el puesto de mando de la campaña electoral del PSOE poco menos que como un paseo militar.

¿Es posible todavía la unidad comunista? La posición del sector que tiene la propiedad legal de las siglas del PCE la hace muy improbable. La integración de Enrique Líster no es un paso unitario, sino todo lo opuesto: acumular un obstáculo más en la vía de la unidad. Las maniobras para romper los avances logrados entre el PCPE y la Mesa para la Unidad de los Comunistas van en la misma dirección.

En realidad, al proyecto político que está detrás de la llamada convergencia o plataforma le estorba la unidad de los comunistas. Porque de lo que se trata -y Tamames lo ha explicado claramente en recientes declaraciones- es de pasar del partido comunista a un partido progresista, sin referencias ideológicas. Hay quien entiende -con una impresión superficial y errónea- que lo que ha hecho el PCE en su último congreso, en el fondo, es eso y que aquí, dado el estado en que se encuentra el PCE, no es posible hacerlo de la misma forma, es decir, conservando la cáscara y cambiando el contenido. Aquí hay que cambiar también la cáscara.

Follisca política

Pero a ese objetivo no puede irse más que a base de los hechos consumados, sin desvelar el proyecto porque la. base comunista lo rechazaría. En consecuencia, como primera etapa: un grupo de diputados variopinto, que sólo pueda definirse como progresista o de izquierda. Segunda etapa: en torno a ese grupo, ir articulando una organización que al llegar a un determinado nivel termine apareciendo como un partido. Como el proceso no está suficientemente controlado, en Aragón se han adelantado comenzando por el final. Se han reunido varios grupos, entre ellos el PCE, el PCPE, la Federación Progresista, el MCE, LCR, PST y otros y han formado la Nueva Izquierda Aragonesa, que va a instalar sede y va a funcionar sobre un modelo asambleario con una comisión permanente.

Yo no sé si esta nueva formación política va a servir para quitar votos al PSOE en las elecciones; puede ser que sí o que no. Pero lo que salga de ahí será políticamente una follisca. Y en ese conglomerado quedará diluido el partido comunista. A mí no me extrañaría que en la derecha haya gente que piense que un plan que a la vez quite votos al PSOE en las elecciones y contribuya a la dilución del partido comunista supone matar dos pájaros de un tiro y vale la pena ampararlo.

En Europa, cuando se habla de la perspectiva de una izquierda europea unida, la gente se refiere fundamentalmente a la unidad de socialistas y comunistas, aunque no se excluya a otros sectores nuevos importantes. ¿Y en España? Es verdad que el Gobierno ha hecho una política liberal centrista. Sin embargo, sólo cerrando los ojos a la realidad sería posible negar que detrás del PSOE, con todos los reproches y reservas que se quiera, se sitúa todavía una gran parte de la izquierda española. Tamames, Alonso Puerta, Miralles y otras personas, por muy respetables que sean, no tienen tras sí a la izquierda. Y es absurdo reincidir en el error infantil de considerar los noes al referéndum como un voto global de izquierda, ni en Andalucía ni en el resto de España. O de estimar que las plataformas anti-OTAN pueden transformarse en plataformas electorales con un mínimo de coherencia.

Hay que reconocer que en las actuales circunstancias en España no existen condiciones para la unidad de la izquierda, si hablamos en serio de unidad de la izquierda. El proceso pasa por un cambio de política del PSOE que hoy no es posible, pero podría serlo a medio plazo.

Mas la condición para lograrlo sería la reunificación y reconstrucción del partido comunista; la presencia de un grupo comunista en el Parlamento que tirase del PSOE hacia la izquierda y que estimulase el crecimiento de las corrientes de izquieda en ese partido... Mientras que divididos, como parece que podemos ir a las elecciones, se corre el riesgo de que la presencia comunista sea aún más raquítica que en la legislatura que termina y que el PSOE sólo tenga a su izquierda manifestaciones y huelgas en la calle. Y simultáneamente a ese peligro, otro: que con los votos comunistas dados a la convergencia se elijan diputados fácilmente absorbibles por el PSOE, con lo que resultaría que ciertos comunistas han trabajado, como suele decirse, para el inglés.

En las últimas horas, la Mesa para la Unidad de los Comunistas sigue esforzándose por lograr un acuerdo entre los sectores en que está dividido el partido. La dirección del grupo que mantiene en su poder las siglas legales se opone. Si el- veto continúa, la Mesa para la Unidad de los Comunistas asegurará la presencia de una auténtica opción electoral comunista en todas las circunscripciones, confiando en que el elector tradicionalmente fiel al partido y muchos jóvenes se percaten de que los representantes auténticos del ideal comunista irán en nuestras candidaturas.

Santiago Carrillo es presidente de la Mesa por la Unidad de los Comunistas.

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