Responso por Cagney
George M. Cohan (1878-1942) fue un polifacético artista norteamericano, compositor, letrista, dramaturgo y bailarín, que sembró con su obra un perenne espíritu sobre los sectores más conservadores del país de países conservadores. Toda su carrera fluctúa entre elevados sensacionalismos, ya sean sus partituras y canciones, ya fueran sus puestas en escena de obras de diverso voltaje.Una de ellas, por ejemplo, de Earl Derr Bigers, Seven keys to Balapate Manor, ha conocido diversas adaptaciones cinematográficas; la más reciente de ellas, House of the long shadows, la interpretó un memorable cuarteto de decrépitos farsantes: Peter Cushing, Vincent Price, Christopher Lee y John Carradine.
El más imperecedero de sus éxitos sigue siendo Yanquee doodle boy, que Michael Curtiz utilizó en forma de celuloide con el título de Yanquee doodle dandy.
Yanquee doodle dandy es un biopic amable y rutinario perpetrado con sus habituales -y efectivas- armas por la Warner Bros. Curtiz, que igual plancha un huevo que fríe una camisa sin que se exceda en el punto de cocción ni en la textura de los plisados, se somete disciplinado a una edulcorada ilustración del biografiado, a los románticos tejidos del melodrama suave, y deja para mejor ocasión el realismo que hiciera la gloria de la productora una década atrás.
Para gozar
Aun así Yankee doodle dandy se goza enormemente. Se gozan sus números musicales, algunos del mérito de I was bom in Virginia, Give my regards to Broadway o So long Mary. Y se goza sobre todo la interpretación de James Cagney, recompensada justamente con un oscar.Cagney, fallecido el domingo, fue un prodigio de actor capaz de descollar en la institución de la comedia, The strawberry blonde, de Walsh, y al lado de las adorablemente díscolas Rita Hayworth y Olivia de Havilland, y en Un, dos tres, de Wilder, tanto como en la del drama, o en la conjunción de una y otra, de la que Yankee doodle dandy es perfecto ejemplo. Sus pies, su figura menuda pero invulnerable, se mueven con una insospechada habilidad para la danza.
No se trata de la clásica exhibición del divo que se divierte bailando, sino del virtuoso savoir faire de quien fue excelente bailarín, forjado desde pequeño en el bodevil y las variedades.
Muy bien fotografiada, vestida, e interpretada, Yankee doodle dandy es un agradable pasatiempo, homenaje hoy a un rey de la interpretación crispada. Sólo hace falta despreocuparse de sus abusivos clamores patrioteros y dejarse llevar por el aroma de la música y el arte alado.
Yanqui dandy se emite hoy a las 21.45 por TVE-1.
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