Estudiantes ganó a un Clesa superior tácticamente

Sospechoso fue el final del partido y no porque mediara algún tipo de cambalache sobre el resultado sino porque dio la impresión de que se había jugado de más. No de más brillantez o de más belleza estuvo sobrado el espectáculo; sino ancho de: tiempo, que es distinto, porque el desarreglo del cronómetro debió de desconcertar a la mesa. Con el reloj señalando 58.27 minutos para el final, la Demencia, atenta siempre a la anarquía, celebró la posibilidad de una hora de partido suplementario. No fue así porque imperó la cordura, como cuerdo fue el Juego del Clesa, más que el del Estudiantes, que acabó ganando claramente. Más que nada porque debió de pensar que la lógica terminaría por imponerse.Resultó, sin embargo, que el Clesa realizó durante mucho tiempo un juego tácticamente superior que fue dando sus frutos. Puestos en defensa mixta, con un hombre siempre pendiente de Russell, consiguieron dominar progre sivamente el rebote, luego perjudicar la capacidad de tiro a media distancia del equipo estudiantil y, sobre todo, impedir que Russell se sintiera a gusto.

Cuando a falta de 15 minutos para el final, el Clesa alcanzaba su única ventaja en el marcador 48-50, se tenía la constancia de que era producto de un trabajo bien hecho. El Estudiantes, frío desde el principio, había gozado de alguna ventaja cercana a los 10 puntos, pero se advertía que su juego era más torpe. El norteamericano Russell, por ejemplo, sólo llevaba 10 tantos en su haber en 25 minutos de juego.

La clave resultó casual. Desde ese momento hasta cuatro minutos después, Estudiantes sacó, sin aparente esfuerzo, un parcial de 15-0 (63-50) que resolvió el partido. 0 bien el Clesa creyó, ingenuamente, resuelto el partido, o bien lo resolvió el Estudiantes por puro convencimiento de que la victoria le correspondía. Sea, de todas formas, el de ayer un caso inexcrutable, de dificil explicación.

Porque, a partir de ahí, Russell resucitó y el Estudiantes recuperó facilidad en el tiro. También, y en esos momentós, los colegiados desarrollaron una impaciente labor de señalización de faltas, que dio lugar a un torrente de tiros libres y personales (33 en este segundo período). Debió de ser por influjo de algún cometa famoso, porque tan extraño partido dio lugar al hecho curioso de un palco casi lleno -con presencia electoralista de los presidentes de Clesa y CAI Zaragoza y el precandidato Pedro Antonio Martín- y unas gradas algo vacías, cuando suele suceder, en el Magariños, justo lo contrario.