Un revés para Reagan
LE MONDE
Los dirigentes sandinistas han recibido sin ilusión el voto por el que la Cámara de Representantes negó la aprobación el viernes del proyecto presentado por Reagan de ayuda militar para los grupos armados que combaten a la revolución en el poder. Saben por experiencia que Reagan no es una persona que abandone fácilmente las causas en las que cree. Y, desde luego, el debilitamiento, incluso la desaparición del régimen marxista de Managua, es, sin duda, una de estas prioridades. La derrota sufrida por Reagan en la Cámara es ciertamente asombrosa en la medida en que no ha ahorrado esfuerzos para conseguir sus propósitos, pero aún está lejos de haber perdido definitivamente la partida.
Reagan justifica su petición de ayuda a la contra enarbolando el peligro de la subversión que pesaría sobre América Central en el caso de que existiera en Nicaragua un poder al que presenta como totalitario. En términos más generales, quiere demostrar -tras la victoria obtenida en Granada hace poco más de un año- que la caída de un país en la órbita soviética no significa que éste se haya perdido para siempre. En fin, la caída de los dictadores de Haití y de Filipinas, hechos en los que la Casa Blanca no ha sido totalmente ajena, le llevan, en un deseo de compensación hacia sus electores conservadores, a endurecer considerablemente el tono para con los sandinistas. ( ... )
Sin dejarse engañar por las profesiones de fe democrática del comandante Ortega y de sus compañeros, los partidarios de la moderación en Washington objetan que sus adversarios -la mayoría de los jefes militares son antiguos somocistas- están lejos de ser tan recomendables como los presenta Reagan. Además, hacen constar que Estados Unidos corre el riesgo de cometer un grave error si se cuenta con estos combatientes de la libertad, como los llama el presidente, para derrocar al Gobierno de Managua. ( ... ) La presión que siguen ejerciendo en las fronteras nicaragüenses obliga a los sandinistas a utilizar una parte importante de sus recursos en defensa. Pero estos últimos tienen el sentimiento de que, por lo menos provisionalmente, han puesto coto al peligro.
Antes que ver a Reagan favorecer las medidas militares, con los riesgos que esta estrategia comporta, los opositores a su política, y particularmente los demócratas, desean intentar el diálogo entre las partes en conflicto.
21 de marzo
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