TVE-2 comienza a emitir hoy la serie 'La montaña, mágica'
Hans W. Geissendórfer dirigió esta coproducción germano-franco-italiana sobre la obra de Thomas Mann
Los telespectadores españoles han podido ver en los últimos meses dos de las numerosas adaptaciones cinematográfico-televisivas de la obra de Thomas Mann: Los Buddenbrook y Félix Krull. A ellas seguirá desde hoy nada menos que una versión de la obra que parecía inexpugnable, La montaña mágica (Der Zauberberg, 1924). Se trata de una coproducción germano-franco-italiana, escrita y dirigida en 1981 por el alemán Hans W. Geissendórfer. ComoIntérpretes figuran Christoph Eichhorn, Alexander Radzun, Marle France Pisier, Flavio Bucci y Charles Aznavour.
A la vista de las numerosas adaptaciones cinematográfico-televisivas -alemanas de salida, pero casi siempre con el concurso de otros países- de la obra de Thomas Mann, es más que razonable preguntarse: ¿qué tendrá el novelista alemán que su amistad procuran?Sin contestar a esta pregunta inicial, para la que se nos ocurren respuestas tan insuficientes como la de aducir el crédito internacional del escritor alemán y objeciones importantes como lo engorroso de una traducción de su escritura densa y difícil, es casi obligado plantear algunos de los más visibles riesgos en la adaptación de esta monumental obra sobre el mundo contemporáneo, "que si de algo no carece", dijo Brecht, "es de metafísica".
Son innumerables, densos éina cabables los parlamentos entre Hans Castorp, Christoph Eichhorn (un joven hamburgués que llega al sanatorio antituberculoso de Davos-Platz para una visita de tres semanas y, seducido por la mórbida atmósfera del lugar, tarda siete años en abandonarlo, para morir poco después en la refriega de la I Guerra Mundial) y algunos de los personajes emblemáticos que surcan la novela, muy señaladamente con tres de ellos. Se trata de los dos educadores que se reparten su pobre alina" -el cáustico humanista Settembrini (Flavio Bucci) y su antagonista el judío Naphta (Charles Aznavour)- y el incoherente e ininteligible pero fascinante holandés ("los dos bandos se anulaban en él cuando se le miraba") Pieter Peeperkom (Rod Steiger).
Exceso verbal
En el Berghof se polemiza amablemente sobre todo lo divino y lo humano; el tiempo, la enfermedad, la muerte... o la patología social y la inmunología.
Geissendórfer -un,realizador con talento que lleva ya algún tiempo trabajando para la televisión ha lidiado la cuestión poniendo "gestos, asociaciones de imágenes y silencios" allí donde el exceso de palabras pudiera empantanar el filme.
El exceso verbal desaparece en la relación de Hans Castorp y la indolente, lánguida, febril y contami.nada por la enfermedad (que para Castorp lega a ser unaseñal de elevación y superioridad espiritual frente a la vulgaridad e insensibilidad de las gentes sanas del país llano) Claudia Chauchat (Marie France Pisier). Una relación q , au sólo fuera porque es muda durante la primera mitad de la novela, debió plantear problemas a Geissendórfer.
La escisión característica en todos y cada uno de los personajes centrales creados por el gran novelista alemán es aquí formulada de mil y una maneras, pero tiene sus más genuinos representantes en Settembrini y Claudia Chauchat, el ppinpipio occidental de la acción, la vida y el progreso, y el princípio oríental ("mórbido y afeminado", que dice Settembrini) bajo el mandato del reposo y la muerte.
La fiebre amorosa de Hans Castorp, la seducción que sobre el ejerce la enfermedad y la muerte ("el relieve y la importancia aumentada que la enfermedad daba a su cuerpo, el atractivo carnal que prestaba a su ser", dirá de su pasión creciente por Claudia Chauchat, la de los ojos tártaros) tendrá en Settembrini un testigo desconsolado e impotente. Y no debió serle fácil a Geissendórfer recrear esta particular relación amorosa y la atmósfera intemporal en la que se desarrolla.
A la película (dos horas y media), en el momento de su estreno, en 1982, no se le concedieron demasiados méritos ("un trabajo honesto, pero sin garra", fue más o menos el común denominador de las críticas). La versión televisiva (de cinco horas y aproximadamente 1.500 millones de pesetas; de coste de producción) pudiera tener algún asidero más.
La emisión de Doctor Faustus es sólo cuestión de tiempo, ya que TVE ha comprado la versión cinematográfica, también alemana, y producida, como ésta, la que aquí nos ocupa, por ese especialista en Thomas Mann que es Franz Seitz, organizador, en total de cinco, de las adaptaciones realizadas en los últimos tiempos.
La montaña mágica empieza a emitirse hoy martes 18, por TVE-2, a las 21.00.
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