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Tribuna:MADRID RESUCITADO
Tribuna
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Avenida de Aragón

En la Cruz de los Caídos desfallece Alcalá, tras un prolongado esfuerzo que se inició en las proximidades del kilómetro cero, y pasa a llamarse Avenida de Aragón, antigua carretera del mismo nombre, afluente de la autopista de Barajas.Aquí dejaron los vencedores de la última contienda civil su inquietante impronta. Aficionados a la grandiosidad faraónica y a las escenografías de impacto, especialistas en monumentos funerarios, cuando andaban cortos de presupuesto, los arquitectos del antiguo régimen urdían chapuzas como esta y construían a escala reducida sus sueños imperiales. Esta Cruz de los Caídos, ridícula maqueta, lápida hostil entronizada en la plaza, tiene como única virtud su coriácea resistencia a toda suerte de atentados.

Es un monumento chaparro y persistente corno el fascismo que la engendró, un canto a la muerte, expresado en las reconfortantes frases que corrian sus costados: "Camaradas, sólo se muere una vez" y "La muerte es un acto de servicio".

Insensibles ante los hipotéticos encantos de una muerte prematura, los vecinos del barrio suelen gastar bromas sobre este burdo cenotafio que corona un minúsculo busto del fundador de la falange, desproporcionado incluso dentro de tan raquítico conjunto, como si alguien se hubiera dejado olvidada sobre la cruz una de aquellas huchas de La ciudad de los muchachos, que antes se veían en las farmacias.

Pero la Avenida de Aragón, ajena a tan funestos augurios da sus primeros pasos en un ambiente bullicioso, se agolpan bares y cafeterías, pasan ajetreadas amas de casa con su botín del cercano mercado, extienden los vendedores ambulantes sus alfombrillas y suenan las falaces, melodías de las máquinas tragaperras.

Pronto, la acera de la derecha cobra otro aspecto, fábricas y talleres levantan sus sombríos edificios y los muros de la zona repiten, en todos los tonos, reivindicaciones laborales, lamentaciones y amenazas a los patronos infieles o huidizos. Como bucólico contraste en el costado opuesto, las arboledas del ignoto parque de Suances, protegidas por una tapia anónima.

En una fábrica clausurada, los obreros, antes de abandonar el escenario, unieron en sus pintadas exabruptos contra el negrero y deseos de paz a todos los hombres de buena voluntad en unas tristes navidades.

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Esta avenida tiene una inusitada animación en la madrugada. Docenas de camareros de singular eficacia ejercen sus dotes como malabaristas en un vertiginoso ritual de tazas y cucharillas. Antes de que el cliente haya atravesado la puerta, el ojo avizor del camarero que ha captado su presencia se apresta a preparar el desayuno de siempre y no suele equivocarse entre la variedad de las ofertas que se exponen sobre el mostrador. La gama es amplia y puede satisfacer las más exigentes demandas: suizos, torteles, cruasants, pinkas, caracolas, magdalenas, valencianas, bizcochos, donuts, pastelillos con cromo, sobaos pasiegos, churros, porras, tostadas, tartas... A la hora del desayuno los madrileños muestran su diversidad y su fantasía pero también su rigor, un café puede ser solo, con leche o cortado, manchado, largo americano, corto o largo de café, convertirse en carajillo con el aditamento de licores, puede servirse en taza grande, mediana o pequeña y traspasarse a un vaso) para complacer a los caprichosos peticionarios. Otro desayuno frecuente, sobre todo en invierno, se limita a la copa de chinchón, coñá, ponche o solysombra, cóctel tradicional que también tiene sus secretos; por supuesto, existen dos versiones de la copa, la copa propiamente dicha y el chispazo o media copa, latigazo rápido para tomar ánimos ante la jornada laboral.

Los domingos esta avenida y los territorios colindantes se sumen en el silencio; fábricas inactivas, bares cerrados, calles solitarias que transitan de vez en cuando periodistas ajenos al ritmo laboral del barrio, condenados al, aislamiento, confinados en las redacciones de los diarios, que abandonaron el centro para buscar el anonimato y la baratura de este polígono industrial de sórdida. arquitectura, campo de concentración y descampado a partes iguales.

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