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La gran fiesta de luz y sonido de la precampaña electoral

Soledad Gallego-Díaz

Los políticos franceses dieron un suspiro de alivio cuando se abrió oficialmente la campaña electoral. Por fin se acababan los debates cara a cara, las entrevistas a domicilio, los desayunos en directo, las discusiones de medianoche y las intervenciones de todo tipo y en todo momento frente a las cámaras de televisión. La ley establece que los medios audiovisuales sólo podrán emitir, a partir de ahora y hasta el día 14 (48 horas antes de las elecciones), los espacios oficiales adjudicados por la Alta Autoridad. Además, claro está, de la información sobre el desarrollo cotidiano de la campaña.La radio y la televisión francesas -que tienen una gran tradición organizando debates y discusiones- echaron la casa por la ventana durante la precampaña.

Fue la gran fiesta de los medios audiovisuales. No ha habido día en que una de las tres cadenas de televisión no presentara a uno de los principales líderes políticos sometido al fuego cruzado de las preguntas de los periodistas, del público invitado o de su oponente más significado.

'Preguntas a domicilio'

La primera cadena hizo que prácticamente todos los políticos importantes del país pasaran por un programa clásico, Siete sobre siete, en el que el invitado tiene que comentar la actualidad de la semana. Los principales jefes de fila aceptaron también que las cámaras se presentaran en sus residencias privadas para rodar Preguntas a domicilio.Todos enseñaron disciplinadamente sus salones, cocinas y dormitorios antes de entrar en materia y someterse al interrogatorio de los periodistas estrellas, Anne Sinclair y Luc Serillon.

Allí se vio cómo el socialista Michel Rocard decía a su esposa que se quedara en la cocina mientras él y los entrevistadores pasaban al salón "para tratar las cosas serias". O cómo el marido de Simone Veil, ex ministra y ex presidenta del Parlamento Europeo, murmuraba con una sonrisa maliciosia: "Ustedes perdonen, pero tengo que volver a mis fogones".

La primera cadena se encargó también de organizar los programas Eso nos interesa, señor presidente, que, teóricamente, no tienen, contenido electoral pero que se emiten cada vez que François Mitterrand desea aumentar su índice de popularidad o dar un empujón a su partido, y los debates cara a cara entre personalidades socialistas y de la oposición. El más importante fue el que opuso al primer ministro y Jacques Chirac y que le costó a Laurent Fabius la pérdida inmediata de su buena imagen. Al día siguiente los sondeos reflejaban una caída de varios puntos en su escala de aceptación popular.

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Antenne 2 optó por un programa de debate, La hora de la verdad, en el que tres periodistas invitados (y generalmente agresivos) disponían de 15 minutos cada uno para interrogar al líder político. Para animar la emisión se iban anunciando a lo largo del programa los resultados de pequeños sondeos sobre la capacidad de convicción del entrevistado.

Hay que decir que ninguno de ellos logró que los telespectadores creyeran una sola palabra de sus programas. de lucha contra el paro. Los políticos socialistas acudieron al programa en general acompañados de miembros del Gobierno que se sentaban entre el público y atraían de cuando en cuando la atención de las cámaras. El gaullista Jacques Chirac se las arregló para colocar, estratégicamente a uno de sus candidatos más famosos, Jean de Gaulle, nieto del general.

Una mentira de Le Pen

Fue en La hora de la verdad donde el ultraderechista Jean Marie le Pen se dejó llevar y aseguró que tenía tan poco dinero que no pagaba, el impuesto sobre las grandes fortunas. Al día siguiente, la propia cadena de televisión anunció que Le Pen lo estaba pagando desde hacía años.La tercera cadena, por su parte, eligió un método mixto: preguntas de periodistas y del público, en general jóvenes estudiantes. Una de estas invitadas hizo pasar un mal rato al ex primer ministro liberal Raymond Barre. En lugar de formular modosamente su pregunta, se levantó y le calificó de mentiroso, gilipollas y "gros cul". Barre pasó del rojo a una palidez lunar, pero consiguió dominarse y salir del apuro con relativa calma.

Superada la precampaña, les queda todavía a los políticos franceses el amargo trago de los sondeos, que están autorizados hasta 48 horas antes de las elecciones.

El problema no son tanto las intenciones de voto como la disección que se hace de los candidatos. El secretario general del partido comunista, Georges Marchais, suscita, por ejemplo, la opinión mayoritaria de que es cómico".

El delfín de Giscard d'Estaing, François Leotard (un político guapo, ex monje trapense y hermano de un famoso actor de cine), se quedó de piedra cuando le anunciaron el juicio de sus compatriotas: "Es joven". Jean Marie Le Pen, por el contrario, no se sorprendió nada: "Racista", sentenciaron los encuestados. François Mitterrand, por su parte, es, por este orden, "inteligente, simpático, socialista, mentiroso y honesto", y Giscard d'Estaing, "inteligente, anticuado, competente, simpático y flojo".

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