_
_
_
_

El Cinco Naciones, santuario del rugby, y su tradición

El Torneo de las Cinco Naciones, máximo exponente del rugby, deporte que ha traspasado muchas fronteras gracias a su atracción, comienza hoy su andadura número 91. Después de 102 años de historia, con ediciones no concluidas y distintas interrupciones, el torneo continúa con la misma fuerza en su tradición, sólo alterada en 1908, cuando se incorporó Francia a los cuatro equipos británicos fundadores: Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales. Hoy jugarán Inglaterra-Gales, en Twickenham (Londres), y Escocia-Francia, en Murrayfield (Edimburgo). Descansará esta jornada el campeón, Irlanda.

Más información
Calendario

El Cinco Naciones es la joya del rugby internacional. Difícilmente cuando el año próximo se dispute el primer campeonato mundial, en Australia y Nueva Zelanda, podrá perder la primacía.En el rugby es todo distinto. Desde su concepción como juego hasta su espíritu y sus reglas. "Un juego de brutos practicado por caballeros" es su gran definición histórica. Resulta indudable, aunque la violencia surja en algunas ocasiones, que sólo un talante muy especial puede permitir a los jugadores soportar, sin inmutarse la mayoría de las veces, una dureza que en otros deportes, de mucho menos contacto corporal, desencadenaría continuas batallas campales. Como detalles significativos en el deporte del balón ovalado (nacido en 1825, cuando a Williams B. Ellis se le ocurrió en el pueblo inglés de Rugby correr con el balón en la mano durante un partido de fútbol), todas las reglas apuntan a fomentar el compañerismo y a aprovechar las distintas puestas en juego del balón. La acción de placar, para detener el avance del adversario, por ejemplo, implica que el jugador caído debe desprenderse del balón, bien pasándolo antes a un compañero o dejándolo, sin más. Un simple saque de banda se hace sobre dos filas de jugadores de ambos equipos para que decida la altura de los terceras líneas saltadores. La potencia se reserva para la melée, genial solución a cualquier jugada dudosa, que en cualquier otro deporte se despacha con un soso saque entre dos. La melée es un gran abrazo en el que, junto a la habilidad del talonador para ganar el balón con el pie, se expresa al máximo el espíritu de equipo.

Con estas premisas para el juego, nacidas precisamente con pura raíz británica, parece lógico que el primer torneo creado para resumirlas recogiese lo mejor. Y así fue. No existe algo comparable, con la reunión del característico sistema de encuentros de este deporte, que disputa copas o trofeos, prácticamente sin competiciones de liga, aún en minoría en los países con mejor nivel. El Cinco Naciones, en realidad, por encima de reglamentos, tiene como única jurisdicción la mutua estima que se dispensan los participantes y el respeto a la primitiva tradición del rugby: el jugar para ganar cada partido, sin pensar en puntos ni clasificaciones (que se hacen, pero que no existen oficialmente).

Buena prueba de ello la dan también los títulos sólo honoríficos concedidos, además del principal, ganado por el equipo que venza en más encuentros. El Gran Slam o Gran Chelem se otorga al que en una sola edición venza a los cuatro rivales restantes. La Triple Corona, establecida por los primeros participantes británicos, que compitieron solos desde 1884, en el principio, con Inglaterra de pionera, hasta 1908, en que se incorporó Francia, sigue premiando a aquel equipo británico que venza a los tres restantes. La Cuchara de Madera, por contra, es para el que pierda con los otros tres.

Todo se mantiene. Así es la tradición. El rugby apenas cambia. Incluso en los resultados, al repartirse casi siempre los triunfos de un año a otro. Esta temporada puede ocurrir lo mismo. Gales, con ocho títulos en los años 70 gracias a estrellas como Edwards, Bennet o Williams, fue una histórica excepción reciente, que atrajo por televisión a muchos aficionados. Este vez, sin embargo, con muchas bajas, parece el más flojo.

El rugby tiene su perfección ancestral y desde ahí va por libre del olimpismo -incluso provocando boicoteos por sus relaciones con Suráfrica- y de todo profesionalismo o modernidades competitivas. Ahí radica su fuerza, de la que tan alejada está, fuera de contexto, el rugby español. Aunque también le animen frases como ésta de Jean Giraudoux: "Un equipo de rugby consta de 15 jugadores: ocho son fuertes y activos; dos, ligeros y astutos; cuatro, altos y rápidos; uno, por último, es modelo de flema y sangre fría. Justamente, la proporción ideal entre los hombres".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_