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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pasionaria

HUBO UN momento en España en el que dos mujeres fueron las figuras emblemáticas de los dos grandes movimientos obreros, el comunista y el anarquista: Dolores Ibárruri y Federica Montseny. Las dos viven, e incluso sobreviven a la historia las ideas y las fuerzas que representaron.Dolores Ibárruri, Pasionaria, cumple ahora 90 años y recibe sonetos y flores, pero también denuestos y acusaciones: lo normal en un personaje español. El hecho de que haya sobrevivido a su propio partido, hoy desflecado y perplejo, no quiere decir que los temarios de su vida estén agotados: siguen muriendo los hombres en las minas, como en el tiempo en que aquellos sucesos la lanzaron a la vida pública; sigue siendo motivo de querella el fondo profundo de la II República Española, de la revolución de octubre y de la guerra civil; y hasta la idea de la participación de la mujer en la lucha política. Y, dentro del movimiento comunista, algunas de las tomas de posición de Pasionaria, desde el origen del partido hasta nuestros días, son aún materia de estudio entre los analistas. Todo ello hace que, a pesar de la lejanía de su edad y de su silencio, siga siendo punto de discusión.

Esta dolorosa laica, que aún recuerda el latín, las oraciones y las canciones religiosas de la primera escuela, era el brote negro de un luto eterno por la injusticia, y la representación de una forma de la lucha de clases y del ímpetu revolucionario que hoy han desaparecido de Europa. Para muchos, es la encarnación del antifascismo, más allá de los dogmas del partido que representó y del movimiento de los frentes populares. Un fragmento de historia, capaz de superar con su representación sus propios errores.

Los juicios de valor sobre su actuación política pueden estar hoy empañados, en sentidos opuestos, por lo que piensen los otros supervivientes; quizá la historia futura restaure la realidad de su figura discutida. Pero, fuera de estos juicios, el personaje emblemático mantiene su entereza, la línea que la ha llevado, desde la infancia a los 90 años, dentro de un tráfago de acontecimientos tan intenso como pocas veces se ha conocido, a mantener una misma imagen y una misma personalidad. Pasionaria es un trozo vivo de la historia de este pueblo. Su edad y su trayectoria merecen admiración y respeto, al margen de cualquier ideología y cualquier política.

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