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Los rumores se apagan, pero la luz tiene cerrada la puerta

Tampoco el intento oficial de apagar rumores sobre los impuestos y la peseta ha sacado de su largo compás de espera a los mercados bursátiles. Dentro de una nueva jornada de escasa contratación para las fechas en que entramos, los índices generales de cotización perdieron ayer entre 0,21 centésimas (Madrid) y 0,36% (Barcelona), presionados en las cuatro plazas por las eléctricas. Los grandes inversores siguen indecisos; quieren recibir más signos del porvenir. El Banco de España les ha dado dos más: otra baja en el interés de los pagarés del Tesoro y unas estadísticas sobre el dinero que refuerzan la esperanza de precios en descenso, lo que siempre desvía la atención hacia las bolsas.Ligeros de órdenes de compra o venta, quienes día tras día deben especular sobre la dirección que tomarán los mercados al abandonar su prolongada -atonía encontraron ayer un filón en los anunciados cambios del impuesto sobre la renta. Al contrario que el día anterior, hubo más valores con dinero para comprar que papel para vender, pese a que el balance de cierre ha sido el viernes un poco más negativo.

Los escarceos alcistas registrados el jueves por las eléctricas ya denotaron el débil eco de la Bolsa a la reducción de la tarifa. Efectivamente, las compras, minoritarias y especulativas, han alentado las realizaciones de beneficios inmediatamente satisfechas. Otros análisis ponían el acento en que los grandes poseedores de carteras no renuncian a que el Estado comprometa apoyos en el saneamiento del sector.

Mayor repercusión parecía que iban a tener las otras novedades fiscales explicadas el jueves por el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, quien había aprovechado para descalificar las expectativas en torno a la devaluación de la peseta y para desmentir que el Gobierno vaya a bajar del 30% sobre la base imponible el límite fijado a la deducción por inversiones. Ambos rumores circulaban con intensidad durante las últimas semanas. Pero lo del ministro ha tenido la misma suerte que la publicación en el verano de datos sobre la mejora de la coyuntura: no alterar el ánimo de los habituales del parqué, al menos por ahora.

Las ventas procedentes de los extranjeros, principales beneficiarios de que caiga la peseta, eran medidas ayer con cuentagotas, reacción lógica cuando el dólar ha sufrido, como en todo el mundo, un acusado descalabro. En Telefónica parecen haber cesado, aunque alguién aguantó al mismo tiempo su cotización.

En cuanto a las limitaciones para las minusvalías y los capitales mobiliario e inmobiliario, su impacto en los mercados ha sido nulo. Por el contrario, los sectores mobiliario e inmobiliario, que empieza a beneficiarse de la liberalización de arrendamientos, fueron los que mejor cotizaron ayer. Así lo refleja el índice del primero. Así se vería para el otro si no apareciera dentro del sector construcción, afectado por las bajas de Dragados y Fomento de Obras.

Los bancos coronaron la debilidad de la jornada con abundantes repeticiones. La principal excepción estuvo en el Santander, que mejoró un entero; los analistas recuerdan que estamos en vísperas de su próxima conversión de bonos en acciones.

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