El Madrid, una atractiva incognita para gozar y sufrir
El espectáculo está asegurado. Ramón Mendoza ha creado las bases para ello, aunque vaya por el filo de la navaja. El Real Madrid es una atractiva incógnita para disfrutar y sufrir. Aún no es un equipo engarzado, pero se puede permitir el lujo de ser ridiculizado todo un tiempo y marcar el doble de goles encajados anteriormente, en la continuación. Las genialidades de sus figuras se lo pueden ofrecer. El fútbol tiene dos tiempos y dos caras. Depende de cuáles se aprovechen mejor para ganar. El Madrid, sin bloque como el Bayern, arrolló en efectividad. Y goles son triunfos.Ayer, en el Trofeo Bernabéu, todo empezó con un túnel de Juanito que prometía incluso un festival suyo, de un veterano entre las nuevas estrellas, y terminó con la explosión de Butragueño, el último habitual. Hasta ahí, todo triunfal. Incluso Hugo Sánchez y Gordillo pusieron sus detalles. Pero en el medio, conviene no olvidar que el Bayern ridiculizó al Madrid como hacía tiempo que no le sucedía. Casi, casi, ni en los peores tiempos cercanos de Amancio como entrenador.
García Remón, de nuevo tercer guardameta madridista, decía al final del encuentro sobre el público, que puede ser exigente, pero no intransigente, al tratarse del partido de presentación. La realidad, sin embargo, es que el público madridista, frío y hasta demasiado duro con su equipo, puede soportar fallos, pero no el baile. Y el Bayern llegó a tener en ciertos momentos hasta dos minutos el balón en su poder sin que ningún jugador rival lo tocara. Los gritos de olé, los recuerdos a Stielike y las primeras protestas al palco, en cuanto marcó el equipo alemán su segundo gol, fueron sintomáticos.
Ramón Mendoza ha jugado fuerte y las exigencias van a ser, por ello, mayores. Corre riesgos, como la crítica inmediata si no se ven ya los frutos de sus estrellas, pero puede alcanzar la gloria del éxito con espectáculo incluído.
Hasta la presencia de un Bayern ya rodado, con cuatro partidos en la Bundesliga de su país, era un reto. Lo positivo fue que el desastre del primer tiempo, en el que el Madrid acabó groggy, al borde del 0-3, con carcajadas del público por un choque entre Michel y Gallego, en el colmo del desorden, pudo superarse.
Molowny, tan astuto para corregir errores sobre la marcha, estuvo anoche lento de reflejos. Sólo tras el descanso mandó a Michel que se pegara al danés Lerby, cuya primera parte quedó para la historia de cómo se puede jugar tan bien y tan solo. El problema del Madrid, como ya sucedió en la pretemporada -La Coruña, sobre todo- continúan siendo los marcajes. Un centro de campo maravilloso para crear -Michel, Gallego, Gordillo- se puede encontrar con la nada si no presiona y está a merced de lo que haga el contrario. El Madrid deambuló anoche 45 minutos, perdidos sus dos delanteros de lujo y Juanito, que empezó con ganas y acertado, y fue agobiado continuamente en defensa. Chendo se acordará de Kogl por mucho tiempo. Maceda no salió tras el descanso, resentido tras jugarse un tobillo para cortar un balón más de gol.
Pero en la segunda parte todo cambió. Unido al bajón del Bayern -su centrocampista internacional, Matthaus, había jugado el día anterior todo el partido contra la URSS en Moscú, y tres hombres más, Augenthaler, Ruminenigge y Kogl llegaron con él cinco horas antes del encuentro- el Madrid sacó coraje y sacrificio en la contención, y vinieron las oportunidades. Al actual equipo blanco no se le puede bajar la guardia. Su gran arma es que tiene hombres sobrados para dar zarpazos de gol. Ayer, hasta Valdano estuvo providencial y abrió la esperanza de remontar la derrota cuando aún despertaba el equipo. Después, con el Madrid ya mandando, todo fue cuestión de genialidades.
La incógnita está abierta. ¿Habrá oportunidades para los genios en la Liga?. El Betis espera el domingo a este nuevo Madrid de las estrellas. Las dos temporadas pasadas le goleó por 4-1. Entonces tenía a Gordillo como figura. Ahora es de la constelación blanca. Habrá que esperar si se puede ver con entidad como el próximo cometa Halley.
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