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Ecos de la tragedia del estadio Heysel de Bruselas

Los políticos del Reino Unido califican de "maleantes" a los hinchas del Liverpool

Un sentimiento de vergüenza nacional y de responsabilidad colectiva se ha abatido sobre la conciencia del pueblo británico tras la catástrofe ocurrida en el estadio Heysel, de Bruselas. El juicio de la nación sobre el origen de los incidentes es inapelable. Desde la primera ministra, Margaret Thatcher, a los comentaristas de la radio y la televisión, pasando por las figuras más destacadas del fútbol británico, como el legendario Bobby Charlton, la agresividad de una parte de los hinchas del Liverpool, calificados de "maleantes y criminales" por una buena parte de los políticos británicos, fue la causante de la tragedia.

De nada han servido las tímidas disculpas ofrecidas por algunos funcionarios del Liverpool en el sentido de que la policía belga no tomó las medidas adecuadas y de que cientos de entradas se vendieron en el mercado negro permitiendo que en una zona del estadio se mezclaran los aficionados de los dos clubes rivales. La ciudad cuna de los Beatles se ha vestido de luto.En Liverpool, famosa por su tradicional alegría, las banderas ondeaban ayer a media asta, mientras los 14.000 hinchas del equipo local regresaban, por primera vez, disculpándose por lo sucedido. Su regreso no produjo incidentes. Las policías belga y británica no lo permitieron. Desde los transbordadores que les llevaron de Ostende a Dover fueron traspasados a los trenes sin contemplaciones, "como ganado", según declaró un viajero. Otro, presente ya en la catástrofe de Bradford, hace dos semanas, cuando murieron 53 personas por un incendio, declaró: "Para mí es demasiado. No pienso volver a pisar un campo de fútbol en mi vida".

Sin embargo, todas estas recriminaciones posteriores no empañan en lo más mínimo el sentimiento de culpabilidad que afecta a toda la nación británica y que ha hecho exclamar a Bobby Charlton: "Escenas como las presenciadas en Bruselas le hacen a uno sentir vergüenza de ser británico". Por su parte, Thatcher declaró a la salida de una reunión de urgencia convocada en su residencia del número 10 de Downing Street, para escuchar un informe del ministro de Deportes, Neil McFarlane, sobre los incidentes que "la reputación del Reino Unido en el exterior ha sufrido un rudo golpe y todos así lo sentimos".

El sentimiento de vergüenza na cional ha alcanzado hasta la más alta magistratura de la nación y la reina Isabel de Inglaterra ha enviado telegramas al presidente de Italia, Sandro Pertini, y al rey belga Balduino. Thatcher anunció que el Gobierno británico ha decidido enviar un cuarto de millón de libras (unos 55 millones de pesetas) para un fondo especial de ayuda a las víctimas de la catástrofe. Los ciudadanos de Liverpool llamaron ayer incesantemente a la policía y al Ayuntamiento para ver en qué forma podían ayudar a paliar la catástrofe.

Margaret Thatcher no ha dejado ninguna duda sobre sus intenciones de intervenir personalmente en la plaga de violencia que asola los campos de fútbol. La primera ministra anunció que el plazo dado a las autoridades futbolísticas para "poner su casa en orden" y que finalizaba el próximo 21 de junio será adelantado. Thatcher manifestó que pretendía enviar al Parlamento una serie de proyectos de ley con carácter de urgencia para que sean aprobados a ser posible antes del verano, en los que se contempla la obligatoriedad de que cada club facilite a sus socios tarjetas de identidad (en la actualidad, los clubes no tienen esas tarjetas, que sólo son distribuidas de forma voluntaria por algunas peñas), la prohibición total de venta de alcohol en los estadios y en sus inmediaciones y la, facultad de la policía de transporte para poder negar el acceso a trenes, barcos y aviones a aquellas personas que infundan sospechas de que pueden causar disturbios.

Junto a estas medidas, que se espera sean apoyadas por todos los partidos políticos, cuyos diferentes líderes se han manifestado igualmente en términos durísimos contra los "gamberros criminales", Thatcher quiere que todos los estadios estén provistos de un completo sistema de televisión que permita a la policía la localización visual de los gamberros con el fin de que sean fichados y su expediente pueda ser intercambiado por las diferentes fuerzas de policía y enviado al extranjero cuando sea necesario.

"Los tribunales", dijo Margaret Thatcher, "deben imponer las sentencias más duras para este tipo de delitos". "Pero para eso es necesario que los jueces dispongan de pruebas de cada uno de los agitadores", añadió.

El presidente del Liverpool, John Smith, que se encontraba ayer en Bruselas, manifestó que los incidentes habían comenzado con la agresión llevada a cabo contra aficionados del Juventus "por un grupo de miembros del Frente Nacional", una organización de extrema derecha minoritaria británica que aboga por la expulsión de la población de color del Reino Unido, "que vinieron de Londres y que no eran de Liverpool".

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