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Maj Britt Theorin

La delegada del Gobierno sueco para el Desarme ha visitado Madrid para mantener contactos con los grupos pacifistas españoles

Esposa de un funcionario del Partido Socialdemócrata y madre de cuatro hijos, se confiesa, a sus 52 años, seguidora de Alva Myrdal, la socióloga y pacifista sueca premiada en 1982 con el Nobel de la Paz.Parlamentaria desde hace 15 años y activista del pacifismo desde que contaba 16, Theorin no quiere hablar mucho de las impresiones que ha sacado de su visita a España, aunque cree haber mantenido contactos lo suficientemente amplios como para tener una completa idea de lo que aquí se cuece. La sueca, que se debate con una agridulce esquizoidía entre su corazón de política y su cabeza de diplomática, entre la verdad que se desea imponer y la realidad que hay que respetar, reconoce que existe una gran diferencia entre los pacifismos sueco y español.

No es sólo que el Gobierno de Palme subvencione a los grupos pacifistas suecos con 30 millones de coronas anuales (unos 600 millones de pesetas), sino que los objetivos a corto plazo son distintos. "Nosotros trabajamos sobre la amenaza nuclear y los españoles están más preocupados por la OTAN", dice. Theorin se niega diplomáticamente a hacer cualquier apreciación personal sobre la relación España-OTAN y se limita a expresar una postura oficial: "Ése es un asunto que deben resolver los españoles".

¿Puede España aspirar a una posición de neutralidad como la sueca? Es la pregunta que se hacen muy pocos políticos, ciertos ciudadanos y no pocos pacifistas. La delegada del Gobierno sueco para el Desarme responde indirectamente a la cuestión, y por las premisas que establece da a entender que no cree factible esta opción. En Suecia, que no ha intervenido en ningún conflicto bélico desde 1814, existe una larga tradición de neutralidad, que se, remonta al siglo pasado", señala. "Sólo en 1905, cuando se produjo la independencia de Noruega, hubo intentos de actuar por la armas, pero se impuso el criterio de los no intervencionistas, que eran acusados de traidores. Después comenzó a crecer el pacifismo y ahora envuelve a toda la sociedad, incluso a los conservadores", agrega la diplomática antes de apostillar: "Es necesario un gran debate y una sólida base para llegar a la neutralidad".

Esta mujer perdidamente optimista, que sonríe sin parar y que mientras habla mueve distraídamente un colgante con el signo pacifista -"está hecho con el oro de los anillos de mis padres", dice-, está contra la guerra de las galaxias. "No hay más seguridad con la militarización del espacio; todos los científicos dicen que no es posible establecer un sistema infalible", y, como no podía ser menos en un nórdico, hace una valoración moral: "El enorme coste en dinero e inteligencia que supondría debe usarse para resolver los problemas del mundo". "Más armas no implican más seguridad", asevera categóricamente.

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