Una española en Nueva York
El espectacular desfile de Elena Benarroch conquista a la capital mundial de la peletería
Gritos de entusiasmo acompañaron a los calurosos aplausos al terminar el desfile-espectáculo del debú en Estados Unidos de la creadora de peletería española Elena Benarroch. Los ¡bravos! no salían de la garganta de los fans de la joven diseñadora, sino de los más críticos, duros, fríos y calculadores espectadores. La crème de la crème de los compradores profesionales y Prensa de moda de Estados Unidos.El pasado 20 de mayo, un caluroso día casi veraniego, con 30 grados a la sombra, no parecía la fecha más indicada para una presentación de peletería, pero la Sala Cotillón del elegante hotel Pierre, de la Quinta Avenida neoyorquina, estuvo repleta. Algunos se preguntaban antes del desfile cómo una española prácticamente desconocida en aquel país pretendía vender pieles en la metrópoli de la peletería. Pero sus dudas desaparecieron al contemplar una colección que más tarde calificaría Leonard Hankin, de la prestigiosa tienda Maximilian, como "la más innovadora, creativa, imaginativa y espectacular que he visto en muchos años".
La baza de Elena Benarroch es su diseño y técnica al tratar las pieles como si fueran tejidos. "América es la meta de la materia prima, pero no del diseño, y yo vengo a ofrecer creatividad y calidad". El show, orquestado por el coreógrafo Georgio Aresu, mereció los aplausos de unos espectadores acostumbrados a ver las representaciones de los mejores teatros musicales del mundo. Quedaron cautivados nada más disminuir las luces y sonar la música de la ópera Carmen, en un saludo a España, y aparecer en bloque en el escenario las 30 maniquíes españolas, los cuatro bailarines masculinos con traje cordobés y Paula Bosé, con un sofisticado vestido largo y ceñido, con los hombros descubiertos, en napa rojo carmín y un largo volante envolviendo su cuerpo.
A partir de este momento la batalla estaba ganada. Desfilaron en total 140 piezas de peletería. La colección, basada en una línea de sport refinado, inspirada en los deportes invernales, sobre todo en el esquí, es dinámica, joven y fácil de llevar. El total look combina sus muy logrados conjuntos de napa o ante con los chaquetones siete octavos o los abrigos largos; la novedad está en la técnica de trabajar las pieles en rayas finas, motivos geométricos y los guateados (algo jamás visto en EE UU. Las pieles abarcan desde los visones, zorros, mutón español, swakara y martas cibelinas en sus tonos naturales y en colores teñidos: verde bosque o esmeralda, lila rojo, azulón, amarillo, granate, etcétera.
El gran final, con todas las maniquíes en el escenario, reunía largos abrigos en swakara negro de diseño juvenil, abrigos en visón salvaje y visón black gana, con y sin cuellos, y cinturones anchos en la cintura. Perfección llevada hasta el más mínimo detalle, incluyendo los accesorios armonizados, como los zapatos de Walter Steiger, los bolsos de Bottega Veneta, los sombreros de María Nieto y el punto de Manuel Piña, y en especial las joyas en plata, y piedras semipreciosas creadas para esta colección por Lucía Dominguín.
Los precios de la colección de piel abarcan desde los 900 dólares (155.700 pesetas) para los mutones hasta los 31.000 dólares (5.363.000) para las martas cibelinas (venta al por mayor), precios que en Estados Unidos se encarecerán tres veces más cuando lleguen al consumidor, por razón de aduanas y transportes.
En esta operación para introducirse en el mercado norteamericano, Elena Benarroch ha contado con la colaboración del Banco Exterior de España y con las facilidades dadas por Iberia.
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