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Violenta manifestacion contra el Papa en la ciudad holandesa de Utrecht

La visita efectuada ayer por Juan Pablo II a la ciudad holandesa de Utrecht estuvo marcada por escenas de violencia -una persona resultó muerta de un ataque cardiaco- y contestación sin precedentes en anteriores viajes del Papa. Por otro lado, la visita no está suscitando las acostumbradas movilizaciones de masas para recibir al Pontífice. Esta relativa indiferencia de los holandeses se ve facilitada por las imponentes medidas de seguridad en torno al Papa polaco, que impiden los contactos directos con las gentes.

Varios millares de personas, entre las que había jóvenes católicos junto a squatters, punks, anarquistas y miembros de colectivos de homosexuales, protagonizaron una manifestación contra la presencia del Papa en Holanda. Pacífica en principio, al final acabó degenerando en una violenta pelea.Durante los incidentes, una persona que presenciaba los enfrentamientos, sin participar en ellos, murió a consecuencia de una crisis cardiaca. Por otro lado, la policía utilizó sus armas de fuego en dos ocasiones para intimidar y dispersar a los manifestantes. Tres agentes resultaron heridos durante los enfrentamientos y 19 personas fueron detenidas.

A pesar de que habían sido excluidos los encuentros de Juan Pablo II con los sectores más progresistas de la Iglesia católica de Holanda, así como del filtro y control ejercido sobre los discursos de los representantes de organizaciones católicas recibidos por el pontífice, el Papa tuvo que escuchar posiciones críticas hacia sus tesis relativas al aborto, la teología de la liberación o el celibato sacerdotal.

Así, la presidenta de Consejo de Obras Misioneras de Groningen, Hedwig Basser, abandonó el texto de su discurso para improvisar unas palabras en las que se refirió a la "antigua comunidad cristiana en la que hombres y mujeres, casados o no, se veían atribuir tareas, incluso de dirección".

El paso de Juan Pablo II por las calles de Utrecht fue acogido con algunos silbidos.

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