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Alan Deyermond

Un hispanista británico que se declara defensor de las protagonistas femeninas de nuestra épica

Nacido por casualidad en Egipto, hijo de un militar británico que estaba destacado allí temporal mente, Alan Deyermond, hispanista, de 53 años de edad, explica que su llegada al mundo del medievalismo español también fue fruto de una feliz coincidencia. Estudiaba francés en Oxford a principios de los años cincuenta cuando conoció a dos profesores de español, Robert Pring-Mill y Peter Russell. Según recuerda ahora, lo medieval le atrajo porque aún quedaba mucho terreno que explorar.

Desde entonces ha publicado más de un centenar de artículos y seis libros, de los cuales, uno, el primer tomo de la Historia de la literatura española, correspondiente a la Edad Media, se ha convertido casi en un libro de texto. Declara que intenta dar a sus alumnos una visión moderna de lo medieval, aun que a veces su constante dedica ción a los textos de aquella época haga que se deslicen en la conversación giros más cercanos al arcipreste que al siglo XX. Compagina sus clases en Londres con estancias en Estados Unidos y España. Las visitas del catedrático a España se producen con cierta regularidad, especialmente ahora que prolifera un valioso intercambio de profesores entre Westfield College y el Departamento de Literatura de la universidad de Valencia. Para Deyermond, nuestra literatura medieval es un medio de vida pero también una diversión. Una de las conferencias que más le gusta dar es aquella sobre el Bestiario o seudozoología del medievo. Suele ilustrarla con diapositivas, cosa que prefiere no hacer cuando da otra de sus conferencias favoritas, aquella sobre la sexualidad en la epopeya española, con la que sorprendió a los asistentes a la Conferencia Internacional de Hispanistas de 1983. Deyermond opina que estos temas, que a primera vista pueden parecer poco académicos, deben abordarse "por puro rigor científico".

Se declara ferviente defensor de las protagonistas femeninas de nuestra épica. Afirma que desempeñan un papel mucho más significativo que sus contemporáneas francesas o inglesas y que además saben enfrentar mejor la vida que los personajes masculinos. Útimamente, estudia la obra de Leonor López de Córdoba, una mujer noble, encarcelada durante la guerra civil entre Pedro el Cruel y su hermanastro Enrique de Trastamara, y que escribió, a comienzos del siglo XV, unas memorias autobiograficas. También habla con entusiasmo de "la primera feminista española", una monja llamada Teresa de Cartagena, sorda desde la infancia y autora de un tratado sobre los beneficios espirituales del sufrimiento físico titulado La arboleda de los enfermos. Al percibir que las autoridades de la época consideraban que esta obra era de tal calidad que tenía por fuerza que ser obra de un hombre con seudónimo femenino, Teresa de Cartagena se apresuró a escribir otro libro, esta vez en defensa del protagonismo literario de las mujeres.

Deyermond revela otro gran interés: el de la literatura perdida, aquella que ha sobrevivido únicamente at través de las referencias que de ella aparecen en otras obras. Opina que esta labor no es, ni mucho menos, tan surrealista como pudiera parecer. "Surrealista sería hacer una edición crítica de una obra perdida, aunque creo que esto no sería ningún obstáculo si de verdad me empeñara en la tarea".

El hispanismo atraviesa un buen momento en todo el mundo, según Deyermond, circunstancia que debían aprovechar mejor los organismos culturales españoles. Lamenta, no obstante, que el español esté condenado a luchar contra la escasez de medios y "el predominio ilógico del francés".

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