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Damborenea y el sino de los defensas

Dirigentes de las listas que encabezaron José María Benegas y Ricardo García Damborenea en el congreso de los socialistas vascos, que concluyó el domingo con la reelección del primero de ellos como secretario general del PSE-PSOE, descartaron ayer que vayan a producirse enfrentamientos en el seno del partido. García Damborenea, que no estará en la nueva ejecutiva, manifestó que existirá "una colaboración total" con la dirección.

El actual Partido Socialista de Euskadi es el resultado del encuentro, en el inicio de la transición entre la tradición obrerista, reformista y antinacionalista de la izquierda vizcaína clásica, por una parte, y el decantamiento hacia el socialismo democrático de sectores de origen profesional o intelectual desengañados de su izquierdismo y nacionalismo, por otro. Ricardo García Damborenea, médico y vizcaíno, como Madinabeytia, líder intelectual del socialismo vizcaíno en los primeros años de siglo, recogió de Ramón Rubial y Nicolás Redondo la herencia de la primera de esas tradiciones. Benegas, joven ahogado donostiarra, hijo de padres nacionalistas exiliados, simboliza el otro componente. El éxito del proyecto socialista en Euskadi depende probablemente de la articulación de ambas tradiciones en una única línea política.Damborenea adoptó desde hace años la función que Arzallus, hablando de sí mismo, definió hace poco como la propia del perro guardián del caserío. Benegas, justamente apodado Txiki, sería el escurridizo extremo que se arriesga en terreno rival y marca los goles.

El equilibrio resultante de la complementariedad de los papeles asumidos por uno y otro se rompió en el XXX Congreso del PSOE. A Benegas se le había hecho renunciar a más altas misiones al serle asignado, en las elecciones autonómicas, el papel de candidato a lendakari. Tras las elecciones vascas, abandonó su escaño en el Congreso y ocupó su puesto de jefe de la oposición en la cámara vasca.

Damborenea renunció a continuar en el Parlamento vasco y conservó su escaño en Madrid. El XXX Congreso trastocó el esquema. El aparato añadió un motivo más de resquemor para los socialistas vizcaínos al rechazar la candidatura de su líder para la presidencia del congreso socialista. Y Felipe González canonizó como número tres del partido a, justamente, el otro.

Así, el conflicto que ha estallado en el IV congreso de los socialistas vascos, latente desde esos desaires provenía probablemente menos de la incompatibilidad funcional entre los dos cargos ostentados por Benegas que de la cuenta que había quedado pendiente en el XXX Congreso. Sin escaño en el Parlamento vasco, no del todo admitido en la cúpula central del partido, Damborenea, foco de lealtad de la mayoría de los afiliados vizcaínos y sostenido por los cuadros de la UGT, estaba abocado a buscar su propio espacio al frente de la dirección del partido en Euskadi.

Amigos y enemigos

El problema era el pacto con los nacionalistas. Ricardo García Damborenea cuenta quizás con tantos, o más, amigos que Benegas, pero también con una nómina de enemigos mucho más nutrida que la del reelegido secretario general.Así, si las cosas vinieran mal dadas, las fuerzas en la sociedad vasca, que desde distintos horizontes ideológicos, conspiran contra el pacto PNV-PSOE y lo que éste supone para la convivencia en el país vasco, lo tendrían mucho más fácil contra el vizcaíno que contra el guipuzcoano.

La matizada, pero clara satisfacción expresada por el portavoz del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Aguirre, al conocer el desenlace del IV congreso parece confirmar que no carecían de fundamento los argumentos de quienes, desde dentro del PSOE, consideraban que la presencia de Damborenea constituiría un factor de riesgo añadido para la pervivencia del pacto.

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