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Europa no le interesa a Drazen

El ídolo Drazen Petrovic se escurre por las malas cuando le anuncian al periodista español. "No quiero declarar nada para España. Ni hablar. En su país han sido muy incorrectos conmigo, en el partido de Madrid". No hay forma de convencerle de que no estuvimos en el campo cuando florecieron los tomates podridos. Lo que no sabe rechazar es la cámara. Aparta su libro de Historia general del Derecho y posa con aire de celo estudioso. Es de Sibenik, ciudad del litoral adriático, y, como los pescadores portugueses, parece opinar que "de España ni buen viento ni buen casamiento". El que no quiera hablar con la Prensa española no quiere decir que no le encante hacerlo con la yugoslava. Éstas son sus declaraciones más recientes: "Me siento muy cerca del modelo de jugador que es Kicanovic. Mi estatura de 1,98 así lo aconseja. Pero quiero acabar reuniendo las mejores cualidades de un Slavnic, excelente base, y de un Kicanovic, gran encestador. Reunir las cualidades mejores de los dos sería la perfección máxima. Intentarlo no es inmodesto. Mientras que mis compañeros descansan merecidamente de los entrenamientos yo tiro hasta 500 veces al cesto".

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"Me iré un día a Estados Unidos, con los profesionales. ¿Por qué? Me basta con saber que ningún jugador europeo ha triunfado allí. Yo seré el primero y nadie me lo puede impedir. Europa no me interesa. Jugar en la liga profesional norteamericana no tiene precio para mí".

"En Estados Unidos se sabe que los jugadores se drogan para poder aguantar esas maratones que se dan. Al menos la mitad de los baloncestistas. No sé qué tipo de peligrosidad para la vida tienen aquellas drogas. Allí no hay control doping. Lo que importa es que metas 40 canastas, que el público grite y que el dólar siga girando".

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