'Currito de la Cruz', toros y madres solteras
"¡Ojo, no se confundan!", decía Luis Lucía a propósito de su Currito de la Cruz, tercera pero no última versión cinematográfica española de la incomprensiblemente famosa novela de Alejandro Pérez Lugín.Quizás tuviera razón el director valenciano muerto hace poco. A pesar del delirio melodramático del texto original y del énfasis que él añadió, es probable que su película, fechada en 1948, fuera la que más dignamente respetara los tópicos obligados.
No fue Luis Lucía un cineasta contrario a tales excesos, sino que hasta los justificaba por las iníciales de su nombre -¡Ele, ele!-; en este caso fue ayudado también por la época, en la que tanto proliferaron los filmes folclóricos y su inevitable cita con lo taurino.
En este sentido, el actual decano de la crítica cinematográfica española, Luis Gómez Mesa, destacó esta versión de Currito de la Cruz en su libro Toros y toreros en la pantalla como "la mejor película taurina hecha hasta el momento en España". Gómez Mesa fundaba su afirmación en el hecho de que, a tenor de las otras adaptaciones de la novela, en ésta se pretendió "eliminar en lo posible la parte folletinesca del relato, sin pérdida de lo esencial y de las situaciones básicas, comprimiendo la acción para agregar aspectos taurinos, con especial importancia de la parte de toros en el campo, que quedaría como uno de los valores documentales sobresalientes del filme".
Sería probablemente terrible, según tal criterio, revisar ahora las versiones anteriores de Currito de la Cruz, puesto que, a ojos vírgenes, la de Luis Lucía ya parece por sí sola bastante excesiva en sus ambiciones folletinescas. Basta con recordar la famosa secuencia de la saeta, cantada e interpretada por Nati Mistral, en la que esta -una hija descarriada- es perdonada en su maternidad extramatrimonial por su severo padre; o la no menos conocida secuencia en que éste severo padre (el actor Manuel Luna) se corta la coleta al retirarse del oficio de matador de toros. "Los de ahora, ni eso saben llevar. Todo es postizo", señala en el momento cumbre uno de los miembros de la cuadrilla que acompaña al maestro en su último acto torero.
Además de los citados, otros varios momentos del filme abundan en similares tópicos, complaciendo con ellos a la audiencia en la ingenuidad de estar desvelando secretos importantes del mundo taurino.
Éste mundo, no obstante, parece ser que quedó satisfecho con el filme, siquiera fuera porque una buena parte de él se rodó al aire libre en dehesas auténticas y porque la cuadrilla que acompaña al matador Carmona (el mencionado Manuel Luna) fuera también real, a excepción del actor secundario Félix Fernández, que se agregó a la cuadrilla "por necesidades de la acción cinematográfica".
Estrategia melodramática
De igual forma, el público menos aficionado a los toros quedó también complacido por la estrategia melodramática de la película (puesto que era entonces el momento terrible de los hijos fuera del matrimonio. Que cada cual lo interprete como quiera: es un dato sobre la moral social de la época).La interpretación de Jorge Mistral, que era entonces el galán de moda pero visto en Currito de la Cruz a través del papel de malo de la película, y la eventual aparición como actor del auténtico torero Pepín Martín Vázquez, añadieron un esplendor lateral al filme.
Nati Mistral, por su parte, no era aún la figura popular en que luego se transformaría. Esta popularidad no nació de sus condiciones como actriz. Quizás, en todo caso, de aquella saeta.
Currito de la Cruz se emite hoy a las 22.00 por TVE-2, dentro del espacio La noche del cine español.
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