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El padre de la niña raptada el domingo en la maternidad de Santa Cristina no había visto aún a su hija

Nadie, ni sus familiares, ni la policía, ni la dirección del sanatorio, se explicaba ayer las causas por las cuales una desconocida, cuya descripción se conoce al detalle, se llevó en la tarde del pasado domingo a una recién nacidade la Casa de Salud y Maternidad de Santa Cristina, en el número 45 de la calle de O'Donnell, de Madrid. La niña raptada hacía apenas un día que había visto la luz, no tenía aún nombre ni había sido vista por su padre. Todo resulta extraño en este suceso, en el cual lo único seguro es el dolor de una madre, Mari Loles Vargas Mendoza, de 28 años, a la que ayer los médicos de la maternidad intentaban calmar a base de mucho Valium, y con la que resultó imposible conversar por prescripción facultativa.

Mari Loles Vargas, miembro de una familia de seis hermanos, se casó hace unos seis meses con José Manuel Fernández Pardo, con el que vive en el poblado de Los Cármenes, y tuvo su primer hijo, una niña, a las diez de la noche del pasado sábado, en la maternidad Santa Cristina. Su marido no estuvo presente en el parto ni en los momentos posteriores. De hecho, la primera noticia de su paternidad que tuvo José Manuel Fernández Pardo fue unida a la del rapto. Según relató ayer él mismo, José Manuel es trabajador de la construcción en paro, y, de cuando en cuando hace "algunas chapucillas". La pasada semana estuvo en Guadalajara, trabajando en una obra. "Estaba convencido de que a mi mujer la ingresaban en el sanatorio el martes (hoy para el lector). Eso es lo que nos habían dicho los médicos".Pero el ingreso y el parto se adelantaron, y a primeras horas de la tarde del domingo Mar¡ Lo les ya tenía en sus brazos a su hija, aún sin nombre, aunque con mucha probabilidad iba a llamarse Rocío. A esa hora, establecida como de visita por el centro, con la madre estaban varios familiares, entre ellos la tía de su marido, Victoria Mendoza.

Victoria relató ayer cómo encontró en el pasillo de la segunda planta del sanatorio a una mujer descrita como de una edad situada entre los 35 y 45 años, 1,60 metros de estatura, gruesa, tez morena y pelo ondulado y negro que vestía jersey beis de lana y pantalón de chándal azul marino con franjas laterales rojas. "Tenía unos andares muy raros y unas caderas muy anchas, que llamaban la atención".

La desconocida se acercó a Victoria y le dijo: "Yo la conozco. Usted vive en el paseo de las Acacias. Yo, en Embajadores" Victoria tenía en esos momentos en las manos a su sobrina nieta,

la que describe como "una muñeca, muy morena, con unos ojos preciosos, rasgados" "Qué niña tan salá. Que se críe con salud" dijo la desconocida de las caderas anchas embutidas en un chándal. Tras agradecer el elogio, Victoria introdujo a la pequeña en el cuarto de su madre, la habitación 207.

"Para que la vea mi esposo"

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Siempre según su relato, cuando Victoria salió al pasillo, la desconocida le preguntó si podía beber un vaso de agua. "Sí, pase al cuarto de mi sobrina". Una vez allí, la mujer bebió agua de un vaso, que la policía se llevó ayer a sus laboratorios con el objeto de intentar descubrir huellas dactilares. Luego piropeó de nuevo a la recién nacida en presencia de su madre y preguntó a ésta si podía sacarla al pasillo "Es para que la vea mí esposo" explicó. "Sí", respondió la madre, y desde entonces no ha vuelto a tener noticias de la pequeña. Eran las 17.30 horas. del domingo.José Manuel vio ayer por primera vez en varios días a Mari Loles. "Está destrozada. Le he dicho que ella no ha tenido la culpa de nada, que esa mujer venía a por eso", contó a los periodistas el padre, quien añadió un mensaje para la raptora: "Que esa tía se tire el rollo, que se deje de tonterías y devuelva a mi hija". José Manuel añadió una queja dirigida al sanatorio. "¿Cómo es que aquí dejan salir a una señora con un niño de esa edad?", dijo. Al decir de algunos familiares de los padres de la niña raptada, la raptora sacó a la pequeña a la calle de O'Dnonell enrollada en una toalla, lo que, al parecer, no pareció extraño a ningún miembro del personal del centro. Ese extremo no pudo ser confirmado con la dirección del sanatorio, que se limitó a señalar que era la primera vez que allí ocurría algo semejante.

Un portavoz de la maternidad de Santa Cristina añadió otro mensaje para la raptora, recomendándole que administre al bebé cada tres horas un biberón de leche maternizada de primer grado, "de las que se encuentra en las farmacias", y que no descuide los cuidados higiénicos habituales. De las investigaciones del caso se ha encargado el grupo de Policía Judicial. de la comisaría de la Estrella. Un portavoz policial manifestó en la tarde de ayer que, por el momento, todas las gestiones de los investigadores habían resultado infructuosas.

El suceso es, según dijeron, un misterio para las víctimas y sus familiares. Mari Paz Fernández, hermana del padre, descartó de inmediato la hipótesis de un secuestro con fines lucrativos, dada la precaria situación económica de su hermano. El marido de Mari Paz añadió: "Si tienes la desgracia de que un niño te nace muerto, pues tienes que afrontarlo, pero esto es distinto, es inexplicable".

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