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Helmut Kohl y François Mitterrand reiteran en París que España entrara en la CEE el 1 de enero de 1986

Soledad Gallego-Díaz

Helmut Kohl y François Mitterrand reiteraron ayer en París su voluntad de que España ingrese en la CEE el 1 de enero de 1986. Los dos políticos están dispuestos a profundizar las negociaciones para cumplir los plazos previstos. Francia y la República Federal de Alemania han llegado en la capital francesa a un compromiso sobre la financiación del déficit de la CEE, que esperan sea aceptado por el resto de sus colegas europeos y que puede acelerar la entrada de España y Portugal en la Comunidad.

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El acuerdo se refiere a que el aumento de los recursos comunitarios no se fijará hasta que los respectivos parlamentos nacionales hayan ratificado la adhesión de España y Portugal. Según los términos del compromiso, la RFA asume cubrir el déficit del presupuesto y Francia acepta que no habrá ampliación de los recursos propios de la CEE hasta que la adhesión de España y Portugal sea efectiva.El intenso clima de actividad diplomática que vive Europa, se vio ayer animado por el agresivo alegato en favor de la unidad europea frente a Estados Unidos efectuado por el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, informa Delors señaló que Europa debe unirse frente a una ofensiva importante" por parte de Estados Unidos, al tiempo que criticaba duramente la política monetaria y económica llevada a cabo por la Administración Reagan.

Hablando ayer en Bruselas ante la sesión plenaria del Comité Económico y Social -órgano consultivo de la CEE- Delors predijo un enfrentamiento entre la CEE y EE UU si éstos no cambiaban de política. EE UU dice que su sistema es el que mejor funciona, "y esto no es nada útil", afirmó Delors. "Algunos norteamericanos piensan que las organizaciones internacionales no deben desempeñar ningún papel importante en el mundo económico", prosiguió el presidente de la Comisión Europea. "¿Puede un país así decir que está llevando la economía mundial?", se preguntó.

Veinticinco ministros franceses y alemanes se reunieron ayer en París para pasar revista a los conflictos que oponen a los dos países. La cumbre, la número 45 en la historia franco-alemana, ha sido adelantada varios meses para intentar solucionar los problemas bilaterales más candentes antes de la reunión de los siete países más industrializados, prevista para el próximo mes de mayo en Bonn, y de la cumbre europea de los diez, que se celebrará en junio en Milán.

Diferencias franco-alemanas

Las relaciones entre Francia y la República Federal de Alemania (RFA) son tradicionalmente buenas, pese a las diferencias ideológicas de sus respectivos Gobiernos, pero en los últimos meses ha surgido una serie de enfrentamientos por intereses económicos que amenaza con envenenar la atmósfera política.

Tanto en la entrevista privada mantenida por Mitterrand y Kohl como en las sesiones de trabajo celebradas por los diferentes ministros se trató ampliamente de la adhesión de España y de Portugal a la Comunidad Económica Europea. Francia y la RFA desearían acudir a la próxima sesión negociadora con una postura común que permitiera dar por terminados los debates, pero los dos países mantienen posiciones distintas respecto a algunos temas. Bonn ha insistido repetidamente en que no aceptará una ampliación de los recursos de la CEE mientras que España y Portugal no sean miembros del Mercado Común.

Entre los conflictos que enfrentan a los dos países figura fundamentalmente la decisión alemana de primar fiscalmente a los coches limpios, es decir, los que no polucionan el ambiente. La industria francesa ha reaccionado con violencia porque estima que la tecnología no es aplicable a bajo coste a los coches pequeños y de poca cilindrada, que son precisamente los que exporta Francia. Según los cálculos de París, tendrían que realizar una inversión de más de 30.000 millones de francos (unos 600.000 millones de pesetas) para obtener únicamente una reducción del 3% en la contaminación atmosférica. Francia quiere también que la RFA acepte una prolongación de las ayudas nacionales a la siderurgia, pero Bonn exige a cambio una reducción más fuerte de la capacidad productiva gala.

París y Bonn mantienen también posturas distintas respecto al papel que tiene que jugar en el futuro la unidad de cuenta europea (ECU). Francia desearía ampliar su campo de actuación, mientras que las autoridades monetarias alemanas temen que ello reste independencia y fortaleza al marco.

Especial interés tuvo la entrevista entre Mitterrand y Kohl, sobre todo porque se celebraba pocos días después de que el presidente francés anunciara que va a presentar una nueva iniciativa para transformar las instituciones comunitarias. Mitterrand quiere mantener bien guardada su sorpresa, probablemente hasta la cumbre de junio, pero sin duda la habrá comentado ya con su colega alemán, porque sabe muy bien que nada es posible en la CEE sin el acuerdo previo París-Bonn.

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