El Athlétic bordó un gran encuentro
Cuando menos se esperaba, fuera ya del plazo por lo que a esta Liga concierne, en un miércoles que era más de ceniza que nunca para los bilbaínos, su equipo, el viejo león que el último domingo había parecido, en Altabix, un boxeador sonado, se encontró a sí mismo en San Mamés y ofreció a su parroquia, con luz y taquígrafos, un gran partido. Ahí es nada cinco goles retransmitidos en directo por Euskal Telebista y reproducidos en Estudio-Estadio.Osasuna, borrado del campo por el empuje de unos hombres que parecían haber despedido las carnestolendas devorándose un tigre, sólo asomó un poco la cabeza en los últimos 10 minutos, con el Athlétic en inferioridad numérica tras haber tenido que retirarse, lesionado, Julio Salinas.
Que el mayor de los Salinas iba para figura era vieja predicción de los técnicos de Lezama, pero hasta esta temporada no había tenido suerte en sus esporádicas apariciones con el primer equipo. El año pasado fue máximo goleador en Segunda División, jugando con el Bilbao Athlétic, como antes lo había sido, desde sus tiempos de alevín, en todas las categorías. Ahora se ha afianzado, y ayer jugó lo que quiso.
El otro caso es Dani. Como que no quiere la cosa, y habiendo jugado apenas media docena de partidos completos, ya es, con sus seis dianas, el máximo goleador del equipo. Este Dani es el Miguel Ríos del área, en la misma medida en que, por ejemplo, Sarabia se ha convertido en el Paganini de la raya: lo malo es que se ha especializado de tal manera en el dibujo barroco por los límites del campo que el resto de las cosas que antes hacía, incluido marcar goles, se le está olvidando.
Pero si todos los rojiblancos estuvieron anoche muy bien, el lateral De la Fuente estuvo insuperable. Le sobraban tantas vitaminas que él mismo acudía a rematar, por si hacía falta, los centros que se hartó de enviar desde la zurda. El público se quedó sin apreciar las innegables cualidades de Bustingorri, un jugador de disparo eléctrico que será internacional, y del resto de Osasuna. Los leones, dispuestos a entrar en cuaresma con reservas suficientes, se los habían merendado nada más salir.
