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Gustavo Bueno

El catedrático de Oviedo, filósofo marxista, sostiene que la fe en los extraterrestres es el fenómeno religioso más importante de la época.

El filósofo Gustavo Bueno sostiene en su último libro -El animal divino, que aún está en imprenta- que la fe en la existencia de seres extraterrestres constituye el fenómeno religioso más importante de nuestra época. El profesor Bueno, catedrático de la universidad de Oviedo, aprecia también un notable retorno del hombre hacia el culto por los animales, y afirma que los investigadores dedicados a investigar su conducta -los etólogos- "son los teólogos de este final de siglo".

Gustavo Bueno, a quien el reduccionismo de las definiciones colocó el añadido de filósofo marxista, es un ateo interesado por las cuestiones religiosas casi desde su infancia riojana. Natural de Santo Domingo de la Calzada e hijo de una familia de médicos, sintió siempre "una curiosidad especulativa y simpática, no de aversión, por los fenómenos religiosos". El animal divino, obra que es fruto "de casi 30 años de reflexión sobre estos hechos", concluye, sin embargo, que "en la actualidad no hay ninguna doctrina filosófica que de una respuesta adecuada a la pregunta ¿qué es la religión?"Afincado en Oviedo desde hace 25 años y autor de la controvertida teoría del cierre categorial, Gustavo Bueno es un pensador polémico y carismático, características que deben haber influido a decidirle a publicar este libro, "que está expuesto, como es obvio, por la complejidad del tema, a críticas seguras". Asumido el riesgo, Bueno acudirá, incluso, el próximo 12 de febrero al Ateneo de Madrid para hablar de su vida religiosa. Probablemente contará entonces la experiencia que le movió hace ocho años, a plasmar en una publicación sus opiniones religiosas.

La revelación tuvo por escenario la villa de Llanes, adonde el filósofo llegó hace tiempo atraído por las historias que le contaron a su padre los numerosos asturianos que conoció en México. "Para mí, Asturias fue siempre un mito, la tierra prometida", afirma. Bueno no pudo ocultar la sensación de miedo cuando se cruzó aquella tarde de paseo estival "con un San Bernardo enorme en medio del camino. Íbamos a cruzarnos inevitablemente, y yo sentí entonces una mezcla de recelo, tensión y ridículo. Cuando me rebasó, volví la cabeza hacia atrás y quedé atónito cuando vi que el perro estaba haciendo lo mismo". Desde entonces su interés por el comportamiento de los animales, "a quienes ya no se les considera máquinas, sino seres con derechos, ha ido en aumento, hasta convertirse en una pasión por los estudiosos de su comportamiento, los etólogos, que son, a su juicio, los teólogos de este final de siglo". Bueno considera que "la actual sensibilidad del hombre hacia los animales", que tan importante papel jugaron en la historia de las religiones, es indicativa de una cierta vuelta a su veneración.

Los extraterrestes, sin embargo, no han logrado aún despertar la curiosidad de don Gusta, como le llaman algunos de sus discípulos. A pesar de mantener que la creencia en seres de otros mundos "constituye el fenómeno religioso más importante de la actualidad, que irrumpe con pujanza, mientras las religiones tradicionales van hacia el ocaso", Bueno se declara agnóstico. No obstante, aprovecha la ocasión para recordar "el extraordinario parecido físico de estos extraterrestres, según nos los describen, con los númenes helenos y romanos, combatidos después por el cristianismo".

Bueno admite que pierde amigos "no por razones personales, sino por motivos de discusión científica: mis rupturas más violentas y defintivas han sido siempre por definición de conceptos".

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