Hernando III, un boxeador de 12 años
Á. G. Embutido en su chándal amarillo, que deja adivinar un cuerpo infantil y delicado donde empiezan a dibujarse los músculos, y provisto de unos guantes demasiado grandes para sus pequeñas manos, Rafael Hernando, Hernando III, inspira una especie de ternura que no logra atenuar el gesto duro, modelo Rocky, que le imponen el casco, los protectores y la contrariedad por no haber podido subirse al ring en esa velada de boxeo en la que él era uno de los participantes y que fue suspendida por la federación. Rafael, a sus 12 años, no tiene claro que lo suyo sea el boxeo, aun que le gustaría ser olímpico, como uno de sus hermanos, y ser "un señor importante".
Pese a lo adulto de la indumentaria, Rafael no puede ocultar que es un niño normal, incluso un poco infantil. Lo proclaman sus ojos juguetones y esa especie de orgullo de sentirse inesperadamente estre lla, a pesar de que la solicitud de los fotógrafos y los periodistas ha cia su joven persona empieza a ha cérsele un poco pesada.
Miembro de una familia de diez hermanos, de la que es el sexto, Rafael empezó a tomar contacto directo con el boxeo hace cuatro años, cuando sólo tenía ocho. "A mí lo que me gusta de verdad es el deporte, la gimnasia, el footing... y algo también el boxeo porque mis hermanos lo practican y a mí me gustaría seguir sus pasos".
Los hermanos de Rafael, Hernando I y Hernando II, son dos conocidas figuras del boxeo local con proyección exterior, como es el caso de Hernando II que participó en los pasados Juegos Olímpicos. Fue quinto en la categoría de peso ligero. Pese a la admiración que le producen sus hermanos, Rafael no tiene muy claro que le guste dedicarse profesionalmente al boxeo y, moviendo dubitativamente la cabeza, musita un "me lo tendría que pensar".
Mientras se lo piensa, Rafael estudia quinto de EGB "con un aprovechamiento regular" y dedica tres horas diarias a entrenarse:
"Hago saco, estómago, gimnasia, guantes..." y alguna vez, incluso, se "casca" con algún compañero durante el entrenamiento, "aunque nunca nos hacemos daño".
Para Rafael el mundo del boxeo es algo cotidiano y nunca se ha cuestionado que pueda ser un deporte agresivo. Hasta la fecha ha subido en dos ocasiones al cuadrilátero en veladas similares a la que iba a participar ayer y dice no haber sentido ganas de pegar al contrario: "Ni se me ha ocurrido ni lo haré". Reconoce ser un poco peleón y que se ha pegado algunas veces con otros chavales fuera del ring, "aunque siempre ha sido porque me han provocado". En cuanto al dinero, Rafael afirma no haber recibido "ni una propina".
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