Martinazzo ha vuelto
San Juan de Argentina, en la precordillera, es tierra de buen vino agradecida al hockey. Entre tanta derrota, el deporte ha dado a esta ciudad argentina muchas victorias y un rosario de hijos que triunfan por el mundo. Allí, Daniel Martinazzo esquivaba a los siete años peatones y metía tantos en los portales y luego en el club Estudiantil. A los 13 era campeón de Argentina, en categoría juvenil, y a los 17, internacional absoluto. Ahora, a los 26 años, está conceptuado como el jugador más completo del hockey sobre patines. Con una ficha de 25 millones de pesetas por tres años, el jueves pasado se reincorporó al Liceo-Caixa Galicia, de La Coruña.
A la geografía ibérica del hockey sobre patines le ha salido un epicentro no catalán a barlovento, en ese señorío oceánico de La Coruña. El Liceo-Caixa se ha introducido como una cuña que pone en cuestión el estado de cosas vigente desde siempre. Trata de tú a tú, sin complejos, al Barcelona y brega por la cabeza en pista de héroes.Le han puesto la mala fama de ser un equipo formado "a golpe de talón", algo así como los nuevos ricos o indianos del hockey. Pero han fichado a Martinazzo no sólo para jugar, sino también para enseñar. En las calles de la ciudad gallega los niños comienzan a ir sobre patines. Ya está en funcionamiento la primera escuela municipal.
Muchos coruñeses van la mañana de un domingo al Palacio de Deportes con su familia, para darle Una alegría al cuerpo, y la tarde del domingo siguiente, a Riazor, al estadio de fútbol, solos, para comerse el paraguas con los disgustos que le da cada 15 días el Deportivo. El LiceoCaixa es como un alter ego en la frustración deportiva de los gallegos.
La expansión del hockey
El maestro Javier Fonte le compuso un himno, grabado por Cantigas da Terra, que parece la alegre marcha de la infantería de Breogán. Después de seis temporadas en la División de Honor, los directivos ya no temen que el globo se desinfle. Surgido en torno al pequeño núcleo de un colegio, el Liceo-Caixa es hoy una entidad con cerca de 4.000 socios y con un presupuesto de 688 millones de pesetas.
Lo más genuino del Liceo-Caixa es su fulgurante expansión en el tejido social coruñés, la multiplicación de peñas y núcleos de socios que son también amigos. Éste es el medio ambiente en el que ha aterrizado Daniel Martinazzo, que se entenderá con los Garvey, Areces, Rubio, Alabart y Figueroa.
El argentino pasó por La Coruña una temporada, 1981-1982; se fue a Italia, donde fue campeón con el Vercelli, y ahora ha vuelto con la intención de quedarse al menos durante tres años.
Director de escuela
Aparte de las diabluras en la pista, Martinazzo dirigirá una escuela de hockey, dotada con modernos medios audiovisuales e informáticos para el seguimiento de los alumnos.
A él nunca le han medido la velocidad de la bola al salir del palo. Confía más en la astucia que en la fuerza. Le gusta acercarse y sorprender, "Lo que aportamos nosotros al hockey es esa filigrana, esa cosa bonita, los valores de la individualidad consciente, la manera de ser".
Martinazzo habla de su infancia en San Juan, de sus primeros patines. "Yo nunca dejé de soñar. En cada partido salgo con la ilusión de descubrir cosas nuevas".
Es alto y espigado y su cabeza sobresale en la contienda. No cree que eso sea impedimento ni ventaja. "Lo fundamental para un buen jugador de hockey es que sea un excelente patinador, que tenga movilidad y reflejos y, posteriormente, que domine los mediadores, el palo y la bola. Eso se logra con tiempo y entrenamiento".
Pero la frontera del triunfo está siempre en el genio creador. "Yo me inicié como amateur y a veces existe el riesgo de perder la esencia, el que la economía del resultado condicione la alegría de jugar; por eso me esfuerzo en inventar continuamente, en sorprenderme a mí rnisino".
Habla pausadamente, pero en la pista se metaboliza. "Me gusta patinar todo, rendir al equipo en función de ataque y defensivamente". Está en la edad de cruzar la línea de sombra, la que lleva teóricamente a la madurez. "Creo que un buen jugador puede dar el tipo dignamente hasta los 30 años". ¿Y después? "Me apasiona el mundo de la enseñanza".
Martinazzo se divierte con las películas de Woody Allen, con la literatura de Borges y Gabriel García Márquez y, sobre todo, con los libros de tipo sociológico, como los de Erich Fromm. En la pista es de los que vuelan libres.
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