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Suecia, confirmada oficialmente como la primera potencia mundial del tenis al triunfar sobre Estados Unidos

Alex Martínez Roig

Suecia tocó ayer, por fin, la ensaladera de la Copa Davis al cerrarse la tercera y última jornada de su final contra Estados Unidos con el resultado de cuatro puntos a uno. El relajamiento de la moral en la noche del lunes -los suecos celebraron el triunfo hasta altas horas de la madrugada- y la ausencia de emoción permitieron ver a un McEnroe más seguro y relajado, ganando el único punto para Estados Unidos al vencer a Wilander por 6-3, 5-7 y 6-3. Sundstrom superó luego a Arias por 3-6, 8-6 y 6-3. Suecia, como equipo, ha evidenciado ser la primera potencia mundial en el tenis.

ENVIADO ESPECIALManuel Santana, que está en Gotemburgo como comentarista radiofónico de la cadena SER, aseguraba el lunes por la noche: "McEnroe saldrá a la pista dispuesto a ganar como sea a Wilander" y explicaba su razonamiento por propia experiencia: "Cuando Australia nos ganaba por 3-0 en una final de la Copa Davis, yo salí a jugar contra Emerson y lo hice con toda la ilusión del mundo. Gané por 13-11 en el cuarto set en uno de los partidos más duros que recuerdo". McEnroe tenía y tiene sed de venganza. "Suecia y Estados Unidos son los dos países más fuertes en el tenis. Por eso espero y deseo que la final de 1985 nos vuelva a enfrentar. Pero esa vez sería en mi país", dijo el jugador estadounidense.La jornada de ayer estuvo impregnada de un fuerte sabor a resaca: de festejo, en el rostro de Wilander, y de rabia, en el de McEnroe. La rabia no quita fuerzas, pero los festejos sí y más si, como reconoció Wilander, uno no recuerda a qué hora se acostó el día anterior.

Wilander y McEnroe jugaron el mejor partido de la final o, por lo menos, el que mejor tenis mostró. McEnroe se encontró a sí mismo en la pista. "He jugado tan bien como yo pensaba que iba a hacerlo el primer día", dijo. "Es triste que haya empezado a jugar así dos días después. Quizá me equivoqué al pensar que estaba preparado para esta final".

Los dos jugadores querían ganar. Wilander salvó tres pelotas de partido en el segundo set y no bajó la cabeza ni siquiera con 3-5 en la última manga. Para Wilánder, sin embargo, la derrota no fue grave: "Me da igual ganar por 5-0 que por 3-2. Lo importante es lograr la Copa Davis". Wilander demostró que la Copa Davis todavía es una competición distinta en el panorama millonario del tenis: "Ganarla ha sido para mí casi tan bonito como mi primera victoria en Roland Garros. Pero hay un sentimiento distinto. En los torneos estás obligado a olvidarte inmediatamente del triunfo. En la Copa Davis la alegría dura más tiempo y, además, es compartida con todo un equipo".

Todo un equipo. Ésta es la filosofia que quieren resaltar todos los jugadores suecos. El tartamudo Anders Jarryd fue el que mejor lo puntualizó: "Lo más bonito de este triunfo es que los cuatro jugadores hemos ganado parte de la ensaladera. Nadie ha fallado".

"Somos los perdedores"

Peter Fleming actuó como portavoz de su compañero McEnroe tras el desastre del partido de dobles. "Ellos tienen mejor equipo en tierra batida", dijo. "Pero ésta es una excusa y las excusas son para los perdedores". Poco acostumbrado a ser perdedor en Copa Davis, Fleming reflexionó unos segundos y añadió: "Eso es lo que somos ahora, unos perdedores".Tras ganar a Wilander, McEnroe estaba ayer más relajado. Llegó incluso a sonreír cuando el público le aplaudió durante dos minutos al devolver un smash de Wilander en una jugada en la que corrió diez metros hacia atrás y saltó por encima de uno de los anuncios que bordean la pista. McEnroe lanzó veladas críticas hacia su capitán, Arthur Ash.e: "En algunas ocasiones no se necesita al capitán, pero otras veces sí. No quiero acusar a Ashe de nada, pero yo tengo unas ideas distintas a las suyas".

Este triunfo se considera en Suecia como uno de los éxitos deportivos más importantes en la historia de este pequeño país de ocho millones de habitantes. Para ganar la competición Suecia ha tenido que eliminar a Ecuador, con Andrés Gómez, número cinco mundial; a Checoslovaquia, con Ivan Lendl, el número tres, y a Estados Unidos, con McEnroe y Connors. En Gotemburgo estaba en juego la supremacía del tenis actual. Suecia ha demostrado ser el mejor bloque. Los datos también lo corroboran. Cinco de sus jugadores están entre los 15 primeros del mundo.

El fenómeno de este país no se basa únicamente en una generación espontánea que haya podido surgir detrás de Borg. Las cosas están aquí planificadas. A diferencia de lo que ocurre en España, los jugadores suecos no se quedan estancados al acabar su adolescencia. Quizá, porque maduran más pronto, están mejor cuidados por gente más responsable y menos protagonista y cuentan a su lado con ejemplos vivientes, como Wilander o Borg, que demuestran que es posible ganar torneos siendo muy joven.

Los suecos tienen otra virtud. Forman un equipo compacto incluso en los torneos en los que juegan individualmente. Conviven todo el año sin celos de ningún tipo y evitan los suculentos caramelos, en forma de mujeres, juergas, discotecas o drogas, que rodean al joven tenista.

Eso sí, los triunfos no se celebran en Suecia como en los países latinos. La fiesta se celebra aquí en la casa de cada uno. El frío no permite ciertas alegrías mediterráneas. La única alegría pública fue la de sus jugadores. Con una media de edad de apenas 21 años, Wilander, Sundstroin, Jarryd y Edberg celebraron el cumplimiento de su sueño de niñez, cuando vieron a Borg ganar la Copa Davis, en 1975, descorchando una botella de champaña.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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