Entre 'Shogun' y 'El Gran Wyoming'
Ya son nueve los capítulos de Shogun, serie televisiva de lujo, y por todos los síntomas visto uno, vistos todos. La eficacia narrativa, que lo es más del medio profesional que de los autores, la sólida construcción técnica de los guiones, el brillante reparto y los altos presupuestos de rodaje, no tienen ningún equivalente en originalidad, que a medida que la serie avanza comienza a ser tan escasa como la hierbabuena en el Sahara.Cada capítulo de Shogun es una repetición eclesiástica del anterior.
El progreso de la aventura se produce con velocidad de apisonadora y a través de un rosario de situaciones repetidas hasta la saciedad, cuyas únicas variantes están tan apresadas por el corsé de la fórmula, que se adivinan sin demasiado esfuerzo.
El telespectador no necesita gastar codos para adivinar qué cóctel de suertes y desgracias le va a ocurrir esta noche a Richard Chamberlain: éste proseguirá su debate, a través de un anticipo de traductora simultánea, con el gran Toshiro Mifune -formidable actor al que se le nota que no se cree lo que hace-, su idilio con la bella intérprete, sus tretas contra la gentuza portuguesa del barco negro de los jesuitas, y sus miradas furibundas contra los samurais oblícuos y envidiosos que acechan su barba, sin que la caja de las sorpresas haga otra cosa que entreabrirse para ofrecer una mezquina variante argumental que permita proseguir a una historia que ya, empieza á padecer síntomas de monotonía mongólica.
La repetición ritual de una fórmula es un sistema bueno de hacer cómplice al espectador de la trama, pero este ardid tiene límites que los autores de Shogun están a punto de vulnerar.
El crecimiento del interés mecánico del dramón, si se quiere que la fórmula funcione, debe seguir en su ritmo una cierta acelaración inesperada de acontecimientos, y en Shogun esa aceleración no acaba de asomar.
Los ingredientes nuevos o inesperados llegan con cuentagotas y esto es indicio de un fallo grave en el equipo de los guionistas, que no llegan a producir ese respingo semanal que haría de la serie un acontecimiento esperable. Y la amenaza del tedio, del apaga y vámanos, se cierne sobre una serie que comienza a producir deserciones masivas en beneficio de El Gran Wyoming, un insólito presentador que, plantado como un arbol en medio de un concurso aun más desértico que Shogun, tiene la ventaja del talento, de la capacidad para sorprender por sí solo.
Shogun se emite hoy a las 21.35 por la primera cadena. El Gran Wyoming presenta el concurso Silencio, se juega a las 20.30 por la segunda cadena.
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