La Administración teme el desarrollo de una sociedad dual con economías distintas
El número de trabajadores a domicilio se sitúa entre los 708.000 y los 599.000 según un reciente in forme elaborado por una sociedad consultora bajo la supervisión de la Dirección General de Previsión y Coyuntura del Ministerio de Economía y Hacienda organismo que ha encargado el estudio. La preocupación de la Administración por cuantificar este sector de la actividad productiva se ha intensificado últimamente a medida que se ha detectado el crecimiento de estas actividades. En este sentido, cabe destacar el notable crecimiento registrado en el número de trabajadores autónomos que se ha incrementado en 80.000 en los últimos 18 meses.Los reponsables del Ministerio de Economía temen que se desarrolle una sociedad dual, aumentando día a día el abismo entre una economía avanzada con tecnología de punta, como la que se registra en muchos campos de la electrónica y la que economía que se reduce a las producciones de ínfima calidad sin la más mínima aportación de diseño.
El estudio se realizó a lo largo del año 1983, durante el que se consultó a un total de 12.459 hogares de los cuales 624 albergaban algún trabajador a domicilio. El muestreo fue aleatorio y efectuado en varías etapas. El informe define por trabajo a domicilio, "el remunerado realizado en el espacio de la convivencia familiar". Según las conclusiones se puede considerar un fenómeno de claro predominio femenino pues de cada diez trabajadores a domicilio siete son mujeres y tres hombres. La participación de los jóvenes es también elevada, ya que uno de cada cuatro trabaja dores tiene menos de 25 años Por otra parte, resulta que el 22% de los trabajadores a domicilio son cabezas de familia, el 44% amas de casa, el 25% hijos y el 9% restante otros familiares.
En relación a las condiciones de trabajo se concluye que el 3% de trabajadores a domicilio son jubilados y complementan su pensión con esta actividad; el 19% aprovecha espacios de tiempo irregulares entre el cumplimiento de otras obligaciones familiares y no tiene interés por trabajar fuera del hogar; el 18% proviene de empresas que han quebrado o de las que han sido despedidos y trabajan en el domicilio a falta de una alternativa mejor. El 34% realiza un trabajo discontinuo en el tiempo y piensa que su situación es transitoria y espera cambiar de forma de trabajo.
Sólo el 22% cotiza a la Seguridad Social
Como aproximación a la economía subterránea el informe señala que "redondeando las cifras, de los 650.000 trabajadores a domicilio existentes sólo 142.000, aproximadamente el 22%, cotizan a la Seguridad Social. De los 508.000 restantes debe presumirse que desarrollan una actividad laboral con un notable grado de inmersión. 214.000 de éstos no disfrutan de ningún tipo de Seguridad Social, 254.000 están asegurados a través de otro trabajador del hogar, y los 40.000 restantes son jubilados o pensionistas en varias situaciones".
Por otra parte, el 26% dependen de organizaciones empresariales, es decir, trabajan para una o varias empresas o para un distribuidor. El 14% tiene un mercado reducido a amigos o conocidos, el 57 elabora objeto o servicios para particulares y el 3% restante está formado por trabajadores con clientela variable o no clasificable.
Fuentes de la Administración han destacado el carácter tercermundista que están adquiriendo algunas producciones como determinados líneas de calzado y de pantalones jeans aconsejando su abandono por su escasa rentabilidad. Como ejemplo se cita la producción de zapatos baratos y determinados tipos de tejanos. Estas fuentes consideran que estas producciones han dejado de ser competitivas tras la entrada en el mercado de otros países como Brasil, Taiwán y Corea con una mano de obra, cuyos salarios equivalen a la quinta parte de los españoles. La misma situación se produce con los tejanos de baja calidad al irrumpir en el mercado países con niveles salariales muy inferiores a los nuestros.
La competencia en estas condiciones sólo es posible reduciendo al máximo los salarios y eliminando totalmente los gastos fiscales y sociales, lo que implica forzosamente que su única viabilidad queda reducida a la del trabajo a domicilio o en talleres clandestinos.
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