Demasiada mugre
Las dos mujeres que esperaban en Carabanchel para visitar a sus compañeros no exageraban. Después de que hubieran adecentado las dos salas de vis a vis ante la visita de los periodistas, sólo cabe preguntarse cómo serían antes de prepararlas para las fotos. Desde la entrada, donde hay algún banco de skai marrón, se ve el reducto donde han puesto una cama de 80 centímetros, sucia como las paredes. Y se ve no porque no haya puerta, sino porque ésta se encuentra convertida en improvisada ventana, debido quizá a golpes que nadie ha reparado. Pero la palma se la lleva, sin duda, el servicio, compuesto por el sanitario, un lavabo y un bidé, con tanta porquería acumulada que parece que no fueron blancos ni cuando el fabricante gestó el modelo.Yeserías es, ligeramente, otra cosa. Claro que la sala funciona sólo desde el verano, y por el momento nada más que para las políticas, las presas de ETA y de los GRAPO. Y es que, dice la administradora, "las políticas son limpias. Saben que van a pasar aquí mucho tiempo y prefieren que todo esté bien". No obstante, no es aconsejable acercarse a la funda del colchón, ni detenerse a mirar la pared. Las comunes se quejan de que en sus cabinas de comunicación "se te quitan las ganas".
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