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Ramón Areces,

presidente del consejo de administración de unos grandes almacenes españoles, hizo gala de su pragmatismo comercial el pasado martes, en Oviedo, donde asistió a la inauguración del centro de proceso de datos de la universidad, financiado por la fundación privada que lleva su nombre. El empresario no se anduvo con rodeos y dejó atónitos a los técnicos que le mostraban las maravillas del ordenador que él mismo había regalado. "Miren ustedes", preguntó Ramón Areces, "¿cómo podría controlar yo el absentismo laboral con estas pantallas? ¿Podría saber si un profesor que tiene que estar en clase a las diez de la mañana se encuentra en su puesto de trabajo?". Afortunadamente para él, la posibilidad está prevista, pero todavía no funciona.

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