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Escaso éxito de las iniciativas empresaries del PSOE para enjugar su creciente déficit

El PSOE ha tenido muy poco éxito en las iniciativas desarrolladas para enjugar su déficit y pagar sus deudas, que en conjunto se aproximan a 6.000 millones de pesetas, frente a los 400 del año 1977. Fuentes del PSOE creen que este partido emplea 2.000 millones de pesetas para su funcionamiento anual (1.200 según su responsable de administración y finanzas, Emilio Alonso), mientras que las cuotas cobradas a los 150.000 militantes apenas rebasan los 100 millones. El resto está teóricamente confiado a la subvención estatal y a otros recursos, que han elevado seriamente la dependencia del PSOE respecto de la Banca.

Los socialistas desarrollaron métodos de financiación paralelos a las cuotas de militantes y subvenciones oficiales, sobre todo en el período comprendido entre 1979 y 1982. La Unión General de Trabajadores (UGT) se lanzó a organizar empresas, principalmente a través de la Unión Cooperativa Obrera (UCO). En poco tiempo se montaron mataderos industriales, empresas de alquiler de coches, algún hotel, despachos de gestión, una agencia de viajes, cooperativas de viviendas, etcétera, tratando de imitar modelos de financiación de partidos de izquierda en otros países.Pero los resultados fueron muy mediocres. Como responsable de estas actividades actuaba Paulino Barrabés, de profesión contable, miembro de la ejecutiva de UGT, quien posteriormente fue asesorado por el empresario Enrique Sarasola, amigo personal de Felipe González. La intervención se produjo en el sentido de "poner orden" en el caos empresarial de la UGT, lo cual incluyó el cierre de varias empresas.

Las influencias que Sarasola haya podido utilizar para sus negocios particulares, a cambio de su ayuda, es uno de los temas frecuentes de comentario entre militantes del PSOE. Un miembro socialista de la mesa de las Cortes, Leopoldo Torres, se interesó personalmente, en 1981, por la marcha de un sumario judicial abierto en el juzgado de Navalcarnero (Madrid) contra Sarasola, por problemas inmobiliarios, cuya tramitación se efectúa con notoria lentitud. Hombres considerados muy próximos a Sarasola dirigen empresas de influencia socialista; uno de ellos es Carlos García Pardo, director de la empresa de gestión Eseco (antes Seted), que figura entre las pocas que no tiene demasiadas pérdidas.

También el PSOE puso en marcha sus propias empresas. La experiencia piloto se realizó en Murcia, de la mano de Julio Feo, actual jefe de la secretaría del presidente del Gobierno. Feo actuó como consejero del presidente regional, Andrés Hernández Ros, una vez que, tras la dimisión de Felipe González en el 28 Congreso del PSOE, Feo se quedó sin tareas concretas cerca del secretario general. Todo este proceso murciano se ha desarrollado en medio de escándalos, que dejaron por el camino asuntos nunca aclarados, como un desfalco en la cooperativa Copex. A consecuencia del cese-dimisión de Hernández Ros, en marzo pasado, la ejecutiva del PSOE anunció "un informe de 500 páginas" sobre el caso de Murcia, del que nunca más se supo.

Curiosamente, en el interregno provocado por la crisis del 28 Congreso del PSOE, la comisión gestora expulsó sin contemplaciones a Martínez Castellano, alcalde de Valencia, por una "irregularidad" en la justificación de gastos de la campaña electoral.

También en esa época se montó, desde la órbita del partido, la entidad Management, SA, dedicada a operaciones de importación y exportación; el proyecto más importante consitió en aprovechar las relaciones del PSOE con el FLN argelino para la realización de negocios, y de hecho esta entidad intervino en el envío de material hospitalario a Argelia tras un terremoto. Posteriormente, los negocios argelinos se hundieron y Management, SA, perdió actividad y cambió de denominación. Una entidad denominada Plan Urbano, creada para el asesoramiento urbanístico de ayuntamientos, tuvo también una vida corta. Especialmente notables fueron los fracasos socialistas en al sector de Prensa.

Muchos de los técnicos y asesores de esas empresas recibían sueldos miserables; "se les encomendaba sacar todo el dinero que pudieran, partiendo de cero", afirma una de las personas que mejor conocen este tinglado. El fracaso se produjo por razones de incompetencia, improvisación o falta de visión empresarial en los responsables políticos, según la misma fuente.

Cargas financieras

En todo ese período de tiempo, la acumulación de campañas electorales y las necesidades de financiación de las federaciones -que se multiplicaron a toda velocidad- provocaron un endeudamiento creciente. Las inversiones realizadas para consolidar la infraestructura del partido y la necesidad de hacer frente a las elecciones provocaron el recurso abundante a la Banca. Los créditos electorales, especialmente, llevaban aparejadas cargas financieras muy fuertes, hasta el punto de que las deudas con una sola entidad llegaron a superar los 1.000 millones.Toda esta situación ha condicionado mucho la política del PSOE con la Banca. Fuentes de la corriente Izquierda Socialista, consultadas por este periódico, dijeron al respecto que "será difícil que el Gobierno pueda aceptar públicamente eso". Existe un proyecto, por ahora paralizado, para establecer una banca sindical, a la manera de la República Federal de Alemania.

Desde las elecciones del 15 de junio de 1977, pero sobre todo a partir de 1979, la ejecutiva federal impulsó y controló la financiación a través de empresas, y las compensaciones o negocios ofrecidos localmente a cambio de adjudicaciones de obras o servicios. Dos personas han intervenido de cerca en ello: Carmen García Bloise, secretaria de Administración y Finanzas hasta 1979 -posteriormente pasó a la secretaría de Organización- y Emilio Alonso Sarmiento, quien la sustituyó en esas funciones. La llegada de éste último a la ejecutiva federal del PSOE fue saludada, al parecer, como la del "hombre con experiencia empresarial" capaz de resolver la situación financiera.Cuatro años después Emilio Alonso es objeto de numerosas críticas internas-acalladas ahora como consecuencia de las denuncias periodísticas sobre comisiones ilegales. Las deudas y el déficit patrimonial se han acumulado, hasta el punto de que el partido socialista "está hasta el cuello", según un miembro de su dirección Pero la mayor parte de la ejecutiva parece desconocer la situación exacta, o al menos tratan de ofrecer esa impresión.

El 'talón de Aquiles'

Las acusaciones sobre presunta corrupción golpean a Felipe González en uno de sus talones de aquiles, que es el temor a verse envuelto en escándalos financieros que puedan provocar la pérdida de las próximas elecciones. Si esto llegara a suceder, el PSOE podría llegar a una situación de quiebra. Tal vez por ello hubo severas instrucciones a la ejecutiva del PSOE, después del acceso al poder, para evitar los riesgos que su partido pudiera correr en ese terreno; fruto de ello es que el citado partido haya rechazado diversas ofertas para grandes negocios en los últimos años (véase EL PAIS del 21 de septiembre).El Partido Comunista de España (PCE), testigo de excepción de la actuación de los socialistas en los ayuntamientos, duda de que el PSOE haya organizado un sistema que descanse en la corrupción; pero su secretario general, Gerardo Iglesias, denuncia una situación "de verdadera pena" en cuanto a "enchufismo y clientelismo".

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