Los ases de la ruta utilizarán distintas estrategias para vencer la dureza de Montjuïc en busca del título mundial

Los Campeonatos Mundiales de Ciclismo finalizan mañana en Barcelona con la prueba reina, la de fondo en ruta, que se disputará en el circuito de Montjuïc sobre la distancia de 255,550 kilómetros y en la que participarán alrededor de 150 ciclistas. Los grandes favoritos al triunfo están en la mente de todos: el francés Laurent Fignon, el norteamericano Greg Lemond, actual campeón, el irlandés Sean Kelly y el italiano Francesco Moser la dureza del circuito hace prever que la carrera sera una auténtica selección, en la que se pondrán en juego distintas estrategias. De la pugna entre los franceses Bernard Hinault y Fignon pueden salir beneficiados los españoles, con Marino Lejarreta y Pedro Muñoz como aspirantes al jersei arco iris.

A Francesco Moser, el veterano campeón italiano, le gustaría redondear su temporada con el triunfo en el Campeonato del Mundo, pero no lo ve claro. "No van a acabar la carrera más de 30 corredores". Ésta es la opinión generalizada sobre la dureza de Montjuïc, calificado de rompepiernas por los técnicos. "No valdrán las tácticas ni las ayudas. A la meta llegará el más fuerte, y espero que sea un español", comentaba ayer José Grande, seleccionador nacional, que tiene la difícil papeleta de descartar hoy a dos de los 14 hombres que se han desplazado a Barcelona.España todavía no ha conseguido un campeón mundial en la especialidad de ruta para profesionales. Cuatro españoles subieron al podio, pero nunca para recoger la medalla de oro. Ahora existe esa posibilidad. El circuito diseñado se adapta a las características de hombres como Marino Lejarreta o Pedro Muñoz, que se sienten poco arropados por lo que en la jerga ciclista se denomina gregarios. La teoría de Grande es que la carrera no puede plantearse como una etapa, donde cuenta la labor de equipo, sino como una prueba de resistencia. De ahí que su selección esté integrada por la mayoría de las figuras del ciclismo español.

Calificados especialistas discrepan de esta teoría, pero lo cierto es que en el pasado Campeonato de España, sobre casi identico circuito y una distancia inferior (216 kilómetros), de los 82 ciclistas que tomaron la salida solamente finalizaron la prueba 24. En aquella ocasión el triunfo fue para un ciclista modesto, Jesús Ibáñez Loyo -descartado de la selección española por lesión-, pero ahora todo el mundo apuesta por Fignon. Si Fignon se encuentra en la misma forma con que finalizó el Tour de Francia, su triunfo parece indiscutible. Pero el campeón francés deberá luchar además contra uno de sus compatriotas, Bernard Hinault, que no parece dispuesto a rendirse ante la evidencia. El divorcio entre ellos es real y de su pugna pueden sacar provecho los demás, especialmente el actual campeón, el norteamericano Greg Lemond, y el irlandés Sean Kelly.

Y es que el Campeonato del Mundo de ruta se ha convertido; desde hace tiempo, en una prueba en la que prevalecen los intereses comerciales de las casas patrocinadoras de los ciclistas. No es una carrera por naciones, sino una clásica en la que los diferentes equipos visten a sus corredores con los colores de determinado país, y cada uno hace la guerra por su cuenta. Los belgas, con muy buena visión, quieren ir unidos y van a intentar una nueva fórmula, conseguir bajo mano que otros participantes trabajen a favor de Lucien Van Impe, Jean Claude Criquie lion y Ludo Peeters. Puede dar resultado, si las fuerzas no les fallan.

Presumiblemente, las fuerzas les fallarán al israelí Yehuda Ger shoni, que por primera vez representa a su país en un mundial, al mexicano Marco Antonio López Durán o al portugués Acacio Da Silva, que acuden solos, a pecho descubierto, a enfrentarse con las duras rampas de Montjuïc. Para ellos será imposible estar en todas las escapadas, que será la táctica a emplear por el equipo español.