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Juegos fríos

Rosa Montero

Aburridita estoy de tanta tontuna deportiva. Ahora los soviéticos se inventan los Juegos de la Amistad y se dedican a fosfatinar marcas, para mortificación de americanos. Las grandes potencias han consagrado su vida a pisarse los callos mutuamente, cosa que, como empresa política, resulta a todas luces lamentable. De todas formas no me quejo: es sin duda preferible que se aticen con atletas que con bombas.Lo que me fastidia es esa mística barata que rodea a los Juegos. Tanta pamema olímpica, tantos mohínes farisaicos, tanto hablar de símbolo fraternal y de limpia deportividad. Los hay que fingen sobresaltos, que se escandalizan ante los mutuos boicoteos, alegando que tales escaramuzas políticas van a terminar con la pureza de los Juegos. Boberías. En el mundo de hoy la neutralidad es imposible. Todo es política, y hace falta ser muy ingenuo o muy taimado para sostener que las Olimpiadas son una oportunidad para la paz.

Es política que los premios los acaparen las potencias y que el Tercer Mundo apenas si arañe unas medallas. Políticas son todas -las filias y las fobias, el sustrato de rencillas, los chanchullos. No sólo las Olimpiadas no son un símbolo de paz: es que además ahondan y enardecen los rencores. Tras las retransmisiones de Los Ángeles, el mundo ha aumentado unas décimas su capacidad de odio irracional, que ya era grande. ¿Quién no se ha sentido enfurecido en algún momento al contemplar las tropelías pronorteamericanas de algunos jueces? El torpe y chundaratero nacionalismo estadounidense ha reavivado, a modo de reacción, la insensatez nacionalista de los demás países, como quien remueve en una ciénaga con un palo. Y así estamos todos, perdiditos de barro y de furores.

Los soviéticos, que no retransmitieron ni un solo minuto de la Olimpiada, pretenden ahora chinchar a Reagan con unas competiciones paralelas. Se equivocan. En vez de tantos Juegos de la Amistad y tantas gaitas, debían haber pasado por televisión la programación entera de Los Ángeles, y ahora tendrían a su pueblo bramando un antiamericanismo furibundo. Hay que reconocer que en esto de la guerra fría son muy burros.

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