_
_
_
_
Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Ulrike Meyfarth, una medalla de oro 12 años después

Meyfarth reconoce que es una atleta profesional: "No lo negaría. Yo creo que el atletismo necesita un futuro y la posibilidad de ganar dinero con ello, con publicidad y eso, porque cada día se necesita más tiempo para el entrenamiento. No se puede ejercer una profesión al mismo tiempo y hay que posponer para más adelante el ejercicio profesional". Por eso Ulrike considera justo cobrar como compensación al sacrificio.Con su 1,88 de estatura, en la escuela era la más alta de la clase: Ése fue uno de los motivos de dedicarme al deporte, porque era muy grande. Otras chicas corrían detrás de los chicos y yo le hacía en la pista. Yo tenía complejo en la adolescencia. Eso de no encontrar vestidos que me sirvieran no era fácil. Ahora pienso que no me sobra ningún centímetro. Ahora en la calle todavía hay gente que se asombra y dice: 'Oh, yo no pensaba que usted fuese tan alta'. A los 16 años quise ir a las clases de baile y mi madre estaba llena de miedo, porque no iba a encontrar un compañero adecuado, pero ya el primer día encontré a un chico más alto que yo".

Más información
Las estrellas de la jornada

El gran temor de UIrike en las semanas previas a los Juegos eran las lesiones. Cada día de entrena miento empezaba con la angustia sobre el estado de su tendón de Aquiles: "¡Ojalá que hoy no me duela!". El entrenamiento en las semanas finales se orientaba para conseguir velocidad, "fuerza y resistencia ya la conseguí durante el invierno". Cada día, Ulrike hacía el precalentamiento, "mi cuerpo necesita lograr la temperatura necesaria, luego corro 10 veces 75 metros a toda velocidad. Me gusta correr, porque el movimiento me divierte. Yo no soy un tipo explosivo, como las esprintadoras". Cuando el tendón de Aquiles no duele, Ulrike es feliz, "porque un tendón de Aquiles inflamado puede lanzar por la borda todas mis esperanzas". Cada semana, con tiempo de masaje, Meyfarth dedica 30 horas al salto de altura.

El control 'antidoping'

En la cocina del pequeño apartamento abuhardillado en Leverkusen, donde vive la atleta, a sólo unos metros del estadio y los lugares de entrenamiento, UIrike tiene todo un arsenal de medicamentos sobre la mesa. La saltadora se muestra escéptica ante las posibilidades del control antidoping, "se puede actuar astutamente y dejar de tomar con suficiente antelación para estar limpio el día del control. Se deja de actuar en algunas competiciones, para estar preparado en las que interesa. En los Juegos hay controles, pero dificilmente encontrarán a alguien".

Ulrike cree que "se sabe exactamente cuándo hay que dejar de tomar una pastilla o poner la última inyección para conseguir que el cuerpo no tenga rastro. Si se hace bien nadie lo descubre. Eso se advierte muy claramente con los lanzadores, que consiguen buenas marcas y luego bajan rápidamente después de una competición importante. Ya no alcanzan los mismos resultados, porque tuvieron que dejar la medicación".

Sobre los efectos de los medicamentos, Ulrike Meyfárth no tiene una opinión absolutamente negativa. Rechaza las anfetaminas, "porque no sirven para nada. El pulso salta a gran velocidad y no hay quien te controle. Pueden dar agresividad, pero sólo surten efecto en el momento y se encuentran inmediatamente en los controles".

Ulrike tiene una opinión diferenciada sobre los anabolizantes, "no se puede decir que sean sólo malos. Hay ciertas clases de deportes que exigen un entrenamiento gigantesco y a veces es ventajoso tomar algo así, porque el cuerpo sufre un desgaste enorme. Esos medios ayudan a m-antener el cuerpo en forma, además, la gente quiere marcas, y si nadie tomase nada se produciría un estancamiento. La gente no tendría motivo de alegría. La gente necesita el deporte. Y me doy cuenta de la resonancia que tiene por las cartas que recibo. En este mundo ya está todo descubierto, ya se llegó a la Luna. El hombre intenta siempre llegar al límite de sí mismo y la gente quiere seguir eso con atención. Esto es importante para la humanidad. El atletismo hace esto posible, porque están en juego metros, segundos, centímetros y se puede ver cómo se supera una determinada frontera. No es lo mismo que la esgrima o el tenis de mesa".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_