'Soldado azul', matanza cortada
Quizá los españoles no podamos opinar seriamente sobre Soldado azul, que fue mutilada por la censura de 1970 (baste citar la referencia de Román Gubern en su libro Un cine para el cadalso: "La palabrota repetida por la bella Candice Bergen es fuck, en inglés, joder, traducida en España como puñeta"), pero lo cierto es que abundan las opiniones contradictorias. Mientras Francisco Llinás opinaba que la aniquilación del pueblo indio no fue un hecho casual "ni debido a la paranoia de personajes aislados como quiere mostrar Ralph Nelson en Soldado azul cuando, tras la atroz exterminación de todo un poblado indio, que recuerda la matanza de Washita en 1868, nos indica que el responsable fue sometido a consejo de guerra y condenado a muerte", Ramón Sala, en la misma obra, El cine, decía: "Soldado azul, pese a todos su defectos, constituye un ejemplo privilegiado de cierto tipo de cine norteamericano".Los minutos sustraídos en la versión española y los cambios de doblaje parecen ser habituales en las copias emitidas por otras televisiones. Así lo señala al menos Leonard Maltin cuando, al hacer una poco entusiasmada referencia al filme, habla de "cortes inevitables dado su extremado clima violento".
Mutilaciones
Puede, efectivamente, que las mutilaciones afectaran a la comprensión de la película, pero no, desde luego, a comprobar su carácter espectacular quizá lo que prioritariamente se pretendió dada la grandilocuencia del director, un hombre que comenzó su carrera con ciertas inquietudes (escribiendo incluso para el teatro), pero que fue perdiendo su impronta al servir guiones ajenos y sin encontrar una inspiración personal suficiente.Homero Alsina Thevenet, sin embargo, considera que el realismo y la energía de Soldado azul (que en Argentina se tituló Cuando es preciso ser hombres) "dibujan a un director entusiasmado por su terna", lo que contradice Antonio Llorens en Cartelera Turia, cuando cree que la película tenía "más intención de escándalo que de denuncia de genocidio", apuntando su existencia como producto del fantasma de la guerra de Vietnam, tan vivo en aquellos años.
La incógnita sobre la integridad de la copia que hoy se emite se acrecienta con las distintas duraciones publicadas, lo que no es, en principio, sospechoso, ya que las 25 imágenes por segundo a que se proyecta en televisión, frente a las 24 de la gran pantalla, reduce un buen número de minutos la duración total de cada filme y de ahí nace, en general, la confusión que muchas veces se plantea entre tan distintas informaciones horarias.
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