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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Domingo Ramón, candidato a subir al podio esta madrugada en 3.000 metros obstáculos

ENVIADO ESPECIAL, Domingo Ramón, un alicantino de Crevillente, de 26 años, que se entrena en invierno por las carreteras de su pueblo, va a estar esta madrugada (4.05, hora peninsular) entre los candidatos a ganar una medalla en la final de 3.000 metros obstáculos. El miércoles ganó su semifinal y sólo pide para hoy un ritmo rápido desde el principio. En esa misma jornada Lewis ganó su tercera medalla de oro, esta vez en 200 metros, y mañana igualará el récord de Jesse Owens con la victoria de Estados Unidos en el relevo 4 X 100. El miércoles también se produjo la victoria, por vez primera en la historia de los Juegos Olímpicos, de una atleta africana, la marroquí Naval el Moutawakel, que ganó los 400 metros vallas. Naturalmente, se entrena en una universidad estadounidense.

Hace dos años, en los campeonatos europeos de Atenas, a Domingo Ramón se le cayó el mundo encima cuando, a falta de 500 metros, no vio a nadie por delante en la final de 3.000 obstáculos. Jamás se le había pasado por la cabeza que él, un atleta que no tenía dónde entrenarse, que tenía que hacerlo sobre asfalto, pudiera estar tan cerca de una gran victoria. Al final fue tercero. Ahora esa impresión la está teniendo desde que ganó su semifinal el miércoles. Está en la final olímpica y sabe, lo que es peor, que está en forma. Más que nunca. Los compañeros le hablan de que va a ganar una medalla. Y él no quiere escucharles, porque ya es que ni come ni duerme. Dice que los hay mejores que él, que le va a pasar lo de siempre, que le pasarán al final. Pero sueña con que el ritmo va a ser desde el principio de 2.47 minutos el kilómetro y que cuando falte una vuelta él saldrá disparado porque sabe que los demás tendrán ya sus energías al límite y no podrán aguantar un sprint tan largo. Se vuelve a ver primero al pasar la ría, que es su fuerte, y a partir de ahí ya no quiere soñar más.Domingo Ramón no se quiere creer que está entre los favoritos. Marsh, Reitz, Hacney, Korir, Mahmoud, todos ellos tienen los medios a su alcance para entrenarse dónde, cómo y cuando quieran. Él sólo tiene el asfalto de la carretera, y, en verano, el tartán cuando compite. Los demás tienen su porvenir asegurado y él aún lucha porque alguien se acuerde de que un día tendrá que dejar el deporte y vivir de otra cosa. Hace años le ofrecieron un puesto de sereno. No puede entender cómo está en condiciones de luchar contra estos hombres. Si él no es ningún superdotado... Sólo es nervioso, pero tampoco cree que eso ayude a correr. Al contrario.

Cuando el miércoles salió a correr la semifinal estaba como un flan. "Sería la responsabilidad, porque sabía que podía ganarme el puesto a la final. Me sentí igual que en Moscú, donde fui cuarto. En los Mundiales de Helsinki, en cambio, corrí siempre muy tranquilo porque sabía que no tenía posibilidades de una buena clasificación, pues me encontraba lesionado, y en la final fui décimo. Ahora vuelve a ser distinto. No consigo comer más que un par de rodajas finísimas de carne, dos pinchaítos de verdura, y punto. Me preocupa correr la final en esas condiciones, pero es que no me entra nada más" :

"A veces pienso que, al final, ésta preocupación sea inútil, porque la carrera va a ser lenta y me van a ganar todos en la recta. Lo que no voy a hacer es tirar desde el .principio, porque eso nunca me ha ido bien. Lo mío es que me marquen un ritmo muy fuerte, que aguanto bien, mientras los demás van con la lengua fuera, pero para eso alguien tendría que hacerme la carrera. Y aquí, esta noche, cada uno va a ir a lo suyo y más después de dos carreras, que pueden acabar siendo un lastre en las piernas".

Domingo Ramón confirmó sus posibilidades en la jornada del miércoles, cuando ganó su semifinal. El ritmo de 2.50 le fue a sus condiciones, y tras pasar la ría se fue solo hacia la meta. Cuando disminuyó el ritmo, pues estaba. ya clasificado, inició un sprint. "Vi el cronómetro y comprendí que podía hacer menos de 8.19.00, que es la marca mínima que va a pedir la federación española para la próxima beca olímpica. Pero reaccioné tarde y por ocho centésimas no lo conseguí. No quise desperdiciar la ocasión de intentarlo, porque no puedes saber cuándo te va a pillar otra carrera rápida".

Jordi García, con flato

El noveno puesto conseguido el miércoles por Alberto Ruiz en la final de pértiga fue una decepción para él. No pudo saltar 5,40 metros, altura que esta temporada siempre la ha rebasado. "Fue culpa del viento, que me sopló de cara en los momentos decisivos.

En mi último salto esperé hasta el último instante para ver si cambiaba, porque era muy variable. En el tercer intento iba a saltar con la pértiga dura y, a falta de 30 segundos, me tuve que ir a por la blanda. Entre la precipitación, el aire y los nervios, lógicamente fallé. Fue una decepción, porque en la calificación fui uno de los cuatro atletas que saltaron el 5,45 exigido. Y en la final, sin embargo, atletas repescados quedaron delante de mí".

Jordi García también habló de mala suerte como justificación del fracaso. "A poco de salir me entró flato, que es algo que jamás me había ocurrido. Había comido como de costumbre, cinco horas antes de correr, pero el caso es que si respiraba hondo me dolía hasta la espalda y tuve que ir respirando rápido y corto. El portugués Canario, que fue el que ganó mi serie, es un atleta al que yo siempre he vencido y el miércoles no fui capaz siquiera de seguir su ritmo".

EE UU copa el podio

Por vez primera en los Juegos de Los Ángeles el atletismo estadounidense situó a sus tres representas de una prueba en el podio. En los Mundiales de Helsinki, donde no hubo boicoteo, lo logró en tres ocasiones. Ayer fue en los 200 metros, donde Lewis ganó su tercera medalla de oro.

Lewis volvió a correr de fábula, aunque dijo que le había dolido una pierna. Se quedó a ocho centésimas del récord mundial, pese a que no fue el atleta más rápido en los últimos 100 metros. Los corrió en 9.57, y Baptiste, en 9.55. Lewis tuvo la ventaja de salir por la calle siete, mientras que Baptiste lo hizo por la tres. Y en 200 metros, la calle, cuanto más interior, peor, porque hay que compensar la fuerza centrífuga de la aceleración progresiva en curva con una inclinación mayor del cuerpo.

Otro acontecimiento importante fue la victoria en 400 metros vallas de la marroquí Naval el Moutawakel, de 22 años. Es la primera mujer africana que gana el oro olímpico, pero se ha formado en Estados Unidos. Hace dos años, cuando lo ganaba todo en su país, la propusieron trasladarse a una universidad estadounidense para mejorar su técnica y velocidad y que hubiese alguien capaz de frenar la hegemonía de la URSS y de la RDA. Ingresó en la Universidad de Ohio para estudiar Informática y Economía. En el podio lloró al acordarse de su padre, muerto hace unos meses, que fue el único que la ayudó en sus comienzos.

Antes, la ganaban siempre las atletas españolas. Ahora, éstas no hacen siquiera la marca mínima de participación, mientras Naval se ha convertido en campeona olímpica. En dos años ha rebajado en seis segundos su marca personal. Pero aún tiene a cinco atletas por delante que tienen mejores marcas.

Baja de Marín

Mañana, además de la final de 1.500 metros masculinos (3.55, hora peninsular), será la de 50 kilómetros marcha, en la que saldrán Llopart y Alcalde, pero no Marín. Las radíograflias dejaron ver el miércoles que tiene fractura de costilla. Los médicos explicaron que este tipo de fracturas no se dejan ver hasta pasado algún tiempo.

José Marín no está dispuesto a dejarse infiltrar de nuevo, "porque esto no serán 20 kilómetros, sino más del doble, y, además, continúo sin poder dormir bien".

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