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Juegos de la 23ª Olimpiada de la era moderna

Sufrimiento español para llegar a semifinales

J. GARCÍA CANDAU, ENVIADO ESPECIALEspaña y Yugoslavia se disputan la medalla de plata, y el perdedor tendrá una nueva opción para subir al podio frente a Canadá, que sorprendentemente eliminó a Italia, y que se supone ha de perder con Estados Unidos. España, que se ha especializado en este torneo en hacer lo difícil fácil y viceversa, tuvo que sufrir más de lo debido ante Australia, a la que puso en las cuerdas al comienzo y ante la que fue ganando por una diferencia de 16 puntos, cuando en el segundo tiempo empató a 75. Unos minut9s de genio y sufrimiento al final volvieron a poner en franqueo el marcador. Los temores de Díaz Miguel se confirmaron. El equipo australiano creó muchos problemas a la selección hispana.

Antes del encuentro la pesadilla italiana había desaparecido. Tanto se había soñado con la posibilidad de no tenerla enfrente para poder llegar a la final que, ahora, encima, ni siquiera será obstáculo para el bronce. Los jugadores españoles, conocedores de su suerte, que no era poca, intentaron vencer a Australia por la vía rápida y tras el empate a 10 comenzaron a obtener diferencias notorias.

Todo discurría sin sobresaltos porque Australia, que defendía al hombre y sin ningún tipo de bloqueos, lanzaba mal a la canasta española. Mas cuando todo indicaba que se iba a producir un paseo militar, surgió la incoherencia. Comenzaron a encadenarse los fallos defensivos, los pases precipitados y las pérdidas de balón. De defender con garra se pasó a la inocencia, y con Epi descansando en el banquillo y Margall cargándose de personales -en tres minutos, tres- comenzó el calvario padecido con Canadá.

Afortunadamente, fueron conservados siete puntos de ventaja en la primera mitad, pero en la reanudación las alternativas de siete y nueve puntos de diferencia condujeron finalmente a otras de cuatro y dos puntos. Corbalán, al que se consideraba eternamente seguro, cometió más errores en el encuentro que en todos los torneos internacionales que ha disputado. Falló en la entrega y en el tiro, que se empeñó en ensayar en poco idóneas condiciones.

El base australiano Sinyth se hizo con el mando del juego y sus compañeros comenzaron a encontrar el tino del que con anterioridad habían estado desprovistos. Con un solo pivot, pero lanzando los alas con gran efectividad, y con un Davies, el máximo encestador del equipo, que estuvo inconmensurable en los momentos decisivos, el partido se puso a contrapié. Llegó el empate tras un tapón que le hicieron a Martín.

En los momentos más dramáticos Epi consiguió una jugada de tres puntos. El evitar que Australia se pusiera por delante en el marcador fue. decisivo. Los jugadores españoles hicieron un esfuerzo final con defensa más firme y contraataque más rápido y ello posibilitó el que Margall lograra tres encestes providenciales.

En cuanto el marcador señaló ocho puntos de ventaja para España, Díaz Miguel, que ya había recurrido a Llorente como base, y fue un acierto porque con él corrió más el balón, volvió a sacar a Corbalán para jugar con dos manejadores. Retener la pelota y aprovechar los últimos tiros libres bastó para conservar el triunfo.

España, que jugó contra un equipo con menos centímetros y que sólo empleó un auténtico pivot, cogió 34 rebotes, sólo uno más que el adversario. Ni siquiera Romay aprovechó su envergadura debida mente. Jiménez y López Iturriaga, con cinco cada uno, fueron los mas eficaces bajo los tableros. El pivot del Joventut aguantó con cuatro personales desde el minuto cinco. Su eliminación hubiera podido resultar catastrófica.

Sólo un psicólogo podría esclarecer el extraño problema del equipo español, que es capaz de pasar del todo a la nada en unos instantes. Probablemente es cierto que los jugadores arrastran el cansancio de las competiciones nacionales, el preolímpico y la larga concentración. Sólo una razón de este tipo puede justificar los altibajos que se producen en el nivel del juego.

Evidentemente, no existe el estado de gracia que se tuvo en Francia, pero, con todo, es la selección más regular de las que ha traído el Comité Olímpico Español a Los Ángeles. Hasta ahora no ha marrado ni uno solo de los pronósticos. Gana lo que debe ganar y punto. Vencer a los balcánicos y colocarse en la final, aunque ya se conozca el resultado con Estados Unidos, sería toda una hazaña. Obtener el bronce en la oportunidad que supondrá Canadá sería más que una consolación.

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