Gaby ya está bien
J. J. F., Ha tenido tantas páginas e imágenes como si fuera norteamericana. En realidad lo es, pero representaba a Suiza al poseer la doble nacionalidad. Precisamente por eso, porque no quedaba mal Estados Unidos, sino Suiza el despliegue informativo ha resultado interesado. Gabriela Andersen-Schiess, de 39 años, una monitora de esquí, que vive en Sun Valley, Idaho, llegó al borde de la extenuación al Coliseo al término de la maratón femenina.
No es nuevo que fallen las fuerzas tras un esfuerzo tan enorme. La deshidratación fue casi total. Pero fue más la imagen espectacular o lamentable del esfuerzo máximo que las consecuencias. Su recuperación fue absoluta, sin secuelas, como es lo normal en una atleta preparada que simplemente tiene un mal día físicamente. No ha sido el primer caso ni será el último. Ni siquiera necesitó hospitalización. Regresó a la villa olímpica débil, pero sin problemas.
Gabriela, incluso tuvo que conceder una conferencia de prensa especial, al estilo de Lewis, Mary Decker o Moses. Opinaron sobre su caso un buen número de doctores, desde el suyo del equipo suizo a los del comité organizador en la carrera, el doctor jefe del atletismo y Tony Daly, vicepresidente del LAOOC, director de los servicios médicos. Y todos dijeron, naturalmente, que no había existido peligro alguno. Dick Andersen, esposo de Gaby, manifestó que "cuando vi que entraba en el estadio en aquellas condiciones sólo pude exclamar 'oh Dios, es ella!'. Y me puse a llorar". Joan Benoit, la ganadora, a la que Gaby le robó el primer plano, ha manifestado que "si con esa postura se estaba exponiendo su salud y su vida, debería haberse retirado; no hay nada más importante en el, mundo que la vida.
Ha habido incluso quien ha recordado el caso de Jim Peters, que, en los Juegos de la Commonwealth que se celebraron en Vancouver (Canadá) en 1954 y que llegó al estadio con una diferencia de 10 minutos, no fue capaz de concluir la prueba.
