Nadar una maratón
La prueba de los 1.500 metros libres, que se nada hoy, es la contraposición del sprint, siempre fugaz. Es una prueba compleja, agotadora y en cierto modo comparable a la maratón en versión acuática.Los más grandes especialistas la nadan en dos ocasiones a lo largo de 12 meses, dos ocasiones para obtener marca se entiende, porque a veces el calendario exige más, pero es una prueba en la que la falta de puesta a punto se acusa enseguida. Lo mejor es nadar los 1.500 en febrero o principios de marzo, volver al entrenamiento para nadar nuevamente en julio-agosto, en el cénit de la temporada de verano.
En acontecimientos como los Juegos Olímpicos la preparación se complica porque dada la gran cantidad de participantes existen eliminatorias y finales, y no siempre el nadador puede dosificar su esfuerzo en la primera prueba para estar entre los ocho mejores cronos y luego forzar al máximo en la final en busca de la medalla o de la mejor posición. En este error cayó el jueves, en la prueba de 400 libres, el alemán Fahrner. Se equivocó en las series, sólo entró en la final B y ahí nadó en mejor tiempo que el medalla de oro. Si en 400 es difícil el cáculo, en 1.500 la dificultad se multiplica por cuatro. Casi es una lotería obtener el rendimiento óptimo a la preparación estudiada a lo largo del año.
Desde hace meses Rafael Escalas tiene en su agenda la fecha del 4 de agosto, "o ahora o nunca". Escalas se retira de la prueba que le dio prestigio una vez concluidos los Juegos Olímpicos, precisamente porque exige mucho esfuerzo y cualquier contratiempo puede truncar la preparación de una larga temporada al ser muy limitadas las ocasiones en que se pueden obtener los máximos registros.
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